La selección española se proclamó campeona de Europa al derrotar en la final a Lituania en un partido sin sufrimiento y que dominó a placer de principio a fin, para alzar su tercer título continental por la puerta grande.

España salió bien en ataque, con suficiencia y avasalló a la defensa lituana que no encontró la manera de parar las oleadas que comandaban Sergio Llull, Pau Gasol o un Rudy Fernández, que con menos dolor en la espalda, se sumó al ataque cuando más falta hacía.

Con 8-2 (min.2.30) el entrenador lituano, Jonas Kazkauskas, tuvo que parar el partido para intentar frenar un marcador que parecía desbocado. La ventaja llegó hasta un 19-6 (min. 7.30) en uno de los cuartos más plácidos jugados por el equipo español.

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La iniciativa ofensiva hizo que la defensa pareciera estar en un segundo plano, pero nada más lejos de la realidad. El equipo español defendió como en los últimos partidos y sentirse fuerte atrás le hizo desplegarse en ataque con más seguridad. Al final de los primeros diez minutos, 19-8.

El 34-18 (min.16) fue la máxima ventaja obtenida por una España que no pasaba dificultad alguna. Desde ahí hasta el final del segundo acto, los bálticos apretaron los dientes y acortaron el marcador hasta un 41-33, favorecidos por un triple sobre la bocina de Jonas Maciulis, que hasta ese momento apenas había aparecido. Por contra, Renaldas Seibutis fue la máxima amenaza con 12 puntos.

Con diecisiete puntos de ventaja y diez minutos de juego por delante, el equipo español no quiso complicarse la vida. Dejó descansar a Pau en el banquillo y apostó por la defensa para cercenar cualquier posibilidad de reacción. Después, Gasol saldría para rematar la faena. Dicho y hecho. La vuelta de Gasol supuso otro golpe moral para una Lituania fuera de combate.