"¿Es Campitos?", se preguntaban algunos espectadores situados en el paseo de O Parrote cuando apareció la silueta del primero de los nadadores que se acercaba a la meta de la travesía A Coruña 10.000. Porque Sergio Campos, de 19 años, es conocido en el CN Coruña con el diminutivo cariñoso porque pese a ser un gran nadador -campeón de España júnior y varias veces medallista en campeonatos nacionales-, no es muy alto y su cuerpo es aflautado, lejos de los estereotipos musculados de los grandes dominadores de la piscina como Michael Phelps o el francés Florent Manaudou. Pero ayer definitivamente se hizo mayor con una victoria de prestigio en una de las pruebas más duras del calendario de aguas abiertas gallego: la vuelta a la península coruñesa. Dominó de principio a fin por delante de rivales como el pontearés Lucas Costa, que intentó seguirle el ritmo y finalmente se quedó sin premio (cuarto), y Daniel Fernández y Julio Pardo, ambos del Club del Mar, que le acompañaron en el podio.

Cuando asomaron en el puerto, llevaban más de dos horas a remojo. Como el resto de los 92 participantes, habían salido de la playa del Orzán, dejando atrás la Torre de Hércules, la ensenada de San Amaro, el dique de Abrigo y el castillo de San Antón. Diez kilómetros en el agua, algo comparado a correr un maratón con el añadido del frío -era obligatorio el uso del neopreno-, las corrientes y las olas. El tiempo, por lo menos, acompañó. Sol, calor y el mar raso, convertido en una piscina. Pese a todo, la prueba es de una dureza extrema. Por eso, y aunque era favorito y el año pasado ya había hecho podio, pocos se atrevían a apostar al cien por cien por el coruñés. No es un especialista. De hecho, en la piscina se desenvuelve mejor en el estilo de espalda. Demostró, sin embargo, una superioridad enorme. No escatimó en esfuerzos y tiró desde el principio a su ritmo. Llegó a los kilómetros finales ya como ganador. Ni siquiera se veía por dónde iban sus perseguidores. En el paseo de O Parrote, animado por sus entrenadores en el Centro Gallego de Tecnificación Deportiva de Pontevedra, Luisa Domínguez y Fernando Zarzosa, y por el presidente de su club, Raúl Solleiro, se fue hacia la victoria. Se llegó incluso a hablar de que podía batir el récord, aunque finalmente se quedó lejos del mejor registro que todavía ostenta Iván Brión.

En categoría femenina sí que había una favorita clara. La ourensana Laura Pimentel no conoce la derrota en aguas coruñesas. Cada vez que viene, gana. Incluso el año pasado por delante de la internacional María Vilas. Le hace sombra a muchos de los chicos. Ayer añadió una nueva muesca a su historial, aunque tuvo que pelear contra las locales Ana Veiga, del Club del Mar, que le siguió de cerca, y un poco más alejada Natalia Lago, del CN Coruña, que se subió al podio pese a su juventud.

Los medallistas fueron los vencedores de una jornada festiva en la que todo acompañó para el buen desarrollo de la travesía. Pocos abandonos, como el de una chica que echó mano de la lancha tras pasar la Torre de Hércules y fue trasladada en ambulancia desde San Amaro hasta la dársena del puerto, donde recibió las atenciones de los voluntarios. Porque sin ellos no existiría la prueba. Ni esta ni otras que se celebran en la ciudad. Su trabajo fue intachable. Tanto dentro del agua, con múltiples lanchas para mantener controlados y a salvo a los nadadores, y el seguimiento del Juan de Lángara, con un médico a bordo; como fuera de ella, donde el baile coordinado de todos ponía a punto la zona de llegada, donde esperaba a los participantes un chocolate caliente para recuperarse del esfuerzo, así como un masaje y la camiseta con el lema que les recordará para siempre su gesta: Eu Fíxena.