Tímido y tranquilo, Germán Nacevich (Mendoza, 1994) todavía no se ha hecho notar en su llegada a A Coruña para jugar con el Liceo. La derrota ante el Reus el pasado sábado ensombreció su debut, pero el argentino avisa a los aficionados verdiblancos que todavía no se ha visto al auténtico Germán Nacevich: "Tengo mucho más que aportar al equipo, sobre todo en defensa". Recién aterrizado en la ciudad y en la liga española, la adaptación lleva su tiempo. Le ayudan compañeros como David Torres y Toni Pérez, que le han hecho de guías para conocer las playas, la plaza de María Pita y la Torre de Hércules. En lo deportivo, Carlos Gil espera exprimir todas sus cualidades, sobre todo las defensivas, para que se convierta en un referente.

Puede seguir los pasos de su paisano, Facundo Salinas, gran capitán y una de las leyendas de la historia del Liceo. De momento, todavía no le ha conocido aunque está deseando "tener una charla con él". Sí que habló con otro compatriota, Valentín Grimalt, que fue el que le animó a tomar la decisión de fichar por el Liceo. Tenía ofertas de Italia y por eso habló con el portero que defendió las redes coruñesas la pasada temporada. "Me dijo que no tenía nada que pensar. Que me viniera a España. Por nivel de la liga y también por la grandeza del club". Pero antes de todo le pidió permiso a su padre para cruzar el charco. "Siempre me apoya en todo en lo que a hockey se refiere", comenta.

Pese a ser una persona familiar, confiesa que no los echa mucho de menos aunque son un pilar importante en su vida. Corre sangre lituana por sus venas, de ahí el apellido Nacevich. Pero él es de Mendoza, tierra de hockey sobre patines y donde empezó a jugar con cuatro años con el ejemplo de su hermano mayor pero soñando con ser como Carlitos López, otro que también vistió de verde y blanco y del que admira su "temperamento dentro de la cancha. Allá quedan sus raíces, su familia y sus amigos. Y sus cinco perros. El amor por la naturaleza y los animales también le viene de familia, ya que primero su bisabuela Maria Simonova y después su abuelo Alejandro Nacevich llevaron las riendas del acuario mendocino, el más antiguo de Argentina, durante más de cuatro décadas. Con parte de su familia se reencontrará en Navidades. Sus padres vendrán a visitarlo y viajarán a Canarias, donde viven sus tíos y primos.

Antes espera que le haya dado tiempo a rendir al máximo con el Liceo. El debut no fue el esperado. "Jugamos bien, pero no supimos mantener el resultado y nosotros mismos perdimos el partido", analiza. "Todavía quedan 29 encuentros para remontar". Quiere hacerse con el control de la defensa, donde le tocará lidiar con los mejores delanteros del mundo, dos de ellos argentinos: "Todos tememos a lo que puedan hacer Pablo Álvarez y Lucas Ordóñez juntos en el Barça". Tiene tiempo para ponerse a punto. Darse a conocer y hacer que el nombre de Germán Nacevich suene fuerte en la OK Liga.