El deporte es deporte y no entiende de matemáticas. Las estadísticas están para romperlas, insisten semana tras semana los futbolistas. Pese a todo, hay partidos que antes de jugarlos ya cuentas con un cero para tu casillero. Como los que en hockey sobre patines ponen al Barcelona al otro lado de la pista. Después, cuando la bola echa a rodar, pasará cualquier cosa. Porque el esfuerzo, la ilusión y un poco de poción mágica a veces pueden más que los quilates. Con esta filosofía, sin ningún tipo de complejos y dispuesto a dejarse el alma sobre la cancha afrontó el Cerceda el duelo contra el mejor equipo del mundo.

Con eso le jugó de tú a tú, con Martín atento bajo palos, Peli y Mantiñán bailando a la defensa azulgrana y Togores y Grasas dispuestos a arrinconar a las estrellas del Barça. Con eso le dio un buen susto al ponerse por delante (2-1) y se mantuvo a flote durante toda la primera parte (2-3). Y con eso naufragó en la segunda.

No sin polémica. Jacobo García y el técnico Juan Copa fueron expulsados con 2-5 en el marcador. La acción fue más que rocambolesca. Según el Cerceda, Mantiñán había visto azul. Se sentó junto a la mesa para cumplir los dos minutos de sanción. Cuando el árbitro auxiliar le dio permiso para regresar al banquillo, el entrenador dio entrada en pista a García. Al cabo de casi medio minuto, el delegado del Barça reclamó que el Cerceda había introducido a un jugador sin que se completasen esos dos minutos (faltaban escasos segundos). Los colegiados pararon el partido pese a que su auxiliar había dado el visto bueno a todos esos movimientos. Y aplicaron el reglamento con las dos rojas. El Cerceda reclamará el acta del partido, donde se refleja que fue el auxiliar el que detectó la ilegalidad y no el miembro del staff técnico azulgrana.

A los rojiblancos, por otra parte, les faltó cuerda. El nivel de los coruñeses baja con las rotaciones. Todavía sin Payero, desde el banquillo salen jugadores que hasta hace dos días competían en júnior y ahora se parten el pecho contra los mejores. Es un triple salto mortal. Y tampoco se puede negar que el Barça es la mejor plantilla del mundo y va camino de convertirse también en el mejor equipo (con permiso del Liceo). Es favorito por algo. Velocidad de bola de vértigo, calidad técnica individual, multitud de variantes de juego, solidez defensiva, físico imponente y todas las opciones que quieran en ataque. Lo tiene todo, incluso dinero para ir a por lo que le falta. Por tener, hasta un banquillo con casi más miembros de cuerpo técnico que jugadores. Un lujo en los tiempos de crisis y escasez económica que viven el resto de equipos.

En resumen, que al Barça no hay por dónde meterle mano y al Cerceda le quedará el consuelo de haberlo intentado durante 25 minutos. Le sorprendió de inicio. Sobre todo con los movimientos de Peli de un lado a otro de la pista. Pero con el Barça ya se sabe. La primera oportunidad la convierte en gol. Pablo Álvarez fue el encargado de poner por delante a los suyos pero hubo reacción. En un solo minuto, el Cerceda volvía a estar por delante. Aprovechó primero la superioridad tras la azul a Lucas Ordóñez. Todas las bolas iban a Peli y al segundo intento fusiló para empatar. Y Togores se sumó al minuto de gloria con robo en el centro de la cancha, contra y definición perfecta. El partido era un intercambio de golpes y acto seguido respondieron Gual y Matías Pascual, este último con una bella acción individual imposible de frenar. Se llegó al descanso con el 2-3. Desde las gradas se escuchaban los gritos de los jugadores del Barça, nerviosos. No les estaba siendo fácil y ya sabían que el Cerceda nunca bajaría los brazos. La segunda parte ya fue otro cantar. Entre que los catalanes salieron enchufados, que los locales no pudieron mantener el ritmo y la polémica de las dos expulsiones, los goles del conjunto dirigido por Ricard Muñoz se sucedieron sin que los rojiblancos pudieran hacer nada para impedirlo. Y a ritmo de "¡Queremos otra azul!" desde la grada, que nunca perdió el humor ni el orgullo por un equipo del que espera muchas alegrías.