Ya no hay duda. Este Liceo vuelve a ser el de siempre. El que arrolla con su juego. El que no da opción al rival. El que manda y se gusta en el Palacio. El que mira hacia arriba. Una máquina de crear ocasiones y hacer goles. Los verdiblancos demostraron que el tropiezo ante el Reus fue solo eso, un día para olvidar. La goleada en Lleida ya había dejado las cosas en su sitio y la victoria de ayer contra el Alcoy fue un nuevo testimonio de que este equipo va a dar mucha guerra. Porque ya no fue solo su efectividad en ataque, sino su solvencia en defensa. Partido plácido para Xavi Malián, que sacó la manopla en un par de ocasiones y nada pudo hacer ante un penalti y la mala suerte de un chut que dio en el palo y rebotó en su espalda para rebasar la línea de gol. La otra buena noticia la protagonizó Pau Bargalló. Carlos Gil ha encontrado a su lanzador de faltas directas -la bola parada ha sido un talón de Aquiles en los últimos tiempos-. Tres de tres lleva el pequeño de la saga. Dos ayer. Las dos con un manejo del stick soberbio.

Fue la familia Bargalló la protagonista de los cuatro primeros goles locales. Se fueron turnando. Abrió el marcador Pau, precisamente de falta directa. Un 1-0 que asentaba un partido que ya de inicio se convirtió en un ir y venir de una portería a otra. Sin especular. No duró la alegría porque Figa aprovechó un penalti. Pero en ningún momento cundieron los nervios. Primero porque Jordi respondió en la siguiente jugada y segundo, porque el Alcoy parecía con más voluntad que opciones reales. El marcador ya no se movió más antes del descanso. En parte porque el Liceo perdonó alguna ocasión; en otra porque Malián frenó a Gonzalo Pérez en una falta directa.

El resultado era corto, sobre todo porque no reflejaba la superioridad verdiblanca. Jordi Bargalló se encargó de hacer justicia. Fácil, muy fácil, ganaba el Liceo. Más cuando Pau transformó su segunda falta directa. Y todavía más cuando Toni Pérez se lució con un tiro al primer palo. Al partido le sobraron casi diez minutos. Sirvieron para que Carlos Gil moviera banquillo para dar implicación a todos los jugadores de la plantilla. Y para que el Alcoy maquillara con el 5-2. Ahora, a pensar ya en Maçanet.