Luis Solar Cubillas preside la Federación de Asociaciones de Gestores del Deporte de España (Fagde), desde la que buscan involucrar a la población sedentaria en la práctica del deporte, aunque reconoce que su principal defecto es que en ocasiones pierden de vista su objetivo. Además, ejerció dos años como coordinador general del Athletic de Bilbao, por lo que conoce a fondo el funcionamiento de un club de este calibre, en cuyas categorías inferiores prima la progresión individual sobre la colectiva.

-¿Dónde radica la importancia del gestor deportivo?

-Es una figura clave y absolutamente necesaria. Es la parte oculta en este teatro que es el deporte, el que organiza las pruebas, la parte estructural. No hacemos una buena marca, no somos entrenadores, posibilitamos que eso exista. Siempre ha existido, pero el reivindicar formación e importancia para el gestor lo hemos visto últimamente y por eso nos hemos asociado.

-¿Su papel tiene más repercusión actualmente?

-Sí, en los últimos años el deporte ha subido mucho en la valoración cualitativa y cuantitativa. En España hemos pasado de un 14% de la población activa haciendo deporte hace treinta años a un 48 actualmente. Eso se debe fundamentalmente a la gestión deportiva y a la que se hace desde los municipios, a la promoción del deporte que ha hecho que aumente este volumen. A nivel cualitativo, hay mejores marcas, más campeones del mundo y esto se debe a la buena gestión del deporte desde los municipios y también desde la iniciativa privada.

-¿Y tiene una valoración acorde a su importancia?

-Todavía no, pero cada vez más, venimos de una valoración escasa y ha aumentado. El buen gestor tiene una buena cotización y es apreciado, y el buen organizador de eventos incluso ha creado un nicho de mercado profesional privado.

-Usted además es técnico en el Instituto Municipal de Deportes de Bilbao. ¿Qué importancia tienen este tipo de organismos?

-Entré en 1984 y éramos el servicio municipal más pequeño. Había el de aguas, el de recogidas de basuras y otros, ahora somos el más grande y con más presupuesto. Y no es un fenómeno de Bilbao, ha ocurrido en la mayoría de los grandes pueblos y ciudades de España.

-¿Es comparable a una ciudad más pequeña como A Coruña?

-Tiene la misma importancia, la valoración cuantitativa es la misma, igual que en ciudades más grandes y otras más pequeñas.

-¿Cuáles son las cualidades del buen gestor deportivo?

-La primera es tener una visión de promoción del deporte. El leitmotiv nuestro es no perder el norte. En nuestro entorno, nuestra misión es que cada vez haya más gente haciendo deporte y muchas veces perdemos ese concepto. Hemos nacido para que la sociedad haga más deporte y en España tenemos un 52% de población sedentaria, tenemos un trabajo inmenso por delante. Nuestra acción se dirige a los que no hacen deporte.

-De ahí la importancia de la creación de organizaciones como la Fagde o Agaxede.

-Claro, y de ahí la necesidad de estas organizaciones de ser significativas en sus territorios y en órganos de decisión como el Comité Olímpico Español o el Consejo Superior de Deportes entre otros. Por ello nace la Federación de Asociaciones Españolas.

-Además usted fue coordinador general del Athletic de Bilbao. ¿Cuáles son los puntos básicos para el funcionamiento de una entidad deportiva de elite?

-Mi labor principal era que los alevines llegasen al primer equipo y ahí ya es competencia del entrenador. La captación, la academia, la formación del claustro de profesores, el proceso individual de cada jugador y la formación complementaria, son los procesos clave. Es muy importante una elección muy correcta del profesorado, es decir, de los entrenadores. En un club como este deben ser auténticos pedagogos porque han de buscar el progreso de cada jugador, no la victoria de cada equipo. Otro proceso clave es un diseño a medida de la evolución de cada jugador. Si un jugador debe pasar a la categoría siguiente o no es decisión de un claustro. Otro es la formación complementaria del jugador, que es vital porque llevamos una academia con casi 300 jugadores. Al primer equipo llega de media un jugador cada año, por lo que hay muchos en los que no llega ninguno. Tienes que garantizar que va a tener un nivel de educación mejor que si no estuviese en el Athletic y demostrarlo. La educación es uno de los procesos clave y es lo primero por lo que te preguntan.

-¿Hay más factores con peso importante?

-Sí, el trabajo disciplinar. Un chico de categorías inferiores tiene durante diez temporadas unas 7.500 horas de formación, que son muchas, pero lejos de las 10.000 que dicen los sabios que son necesarias para alcanzar la excelencia. Estas diez mil solo se pueden alcanzar en sitios donde no se respeten derechos humanos como la escolarización obligatoria, como en América del Sur y África. Esta es una de las principales dificultades.

-¿Qué principios guían el trabajo de este personal?

-Cuando el Athletic cadete se enfrenta a otro de su categoría, lo probable es que gane porque ha cogido a los mejores jugadores y si en el contrario hay uno bueno, es que hemos fallado, deberíamos tenerlo. Que ganemos es normal y no tiene el más mínimo mérito, eso se les dice a los chavales. En cada partido no pretendemos ganar 6-0, pretendemos que se hagan bien las cosas. Se minusvalora la competición, pero se valora mucho la progresión individual de una persona. El entrenador más valorado es aquel que deja que su plantilla continúe entera, sin repetidores ni gente a la que se le da la baja. Solo se entrenan las cosas que corresponden a cada nivel. El director de metodología dice que a los cadetes de primer año les corresponde conducir con la pierna izquierda, entre otras. Así, todas las conducciones de balón van a ser así y sabemos que un chico va a perder muchos balones, pero es su obligación, buscamos el rendimiento individual.

-¿Cómo ha influido en este proceso la tecnología?

-Los programas al servicio del fútbol son increíbles, tres minutos después de un entrenamiento o un partido o le puedes decir al chico los minutos que ha corrido a una determinada velocidad, sus desplazamientos por el campo, sus errores, etc. No era consciente cuando lo hacía en el campo, pero ahora lo está viendo él solo en una pizarra o en un ordenador.