El momento de felicidad que vive el Villanovense desde que el sorteo copero le emparejara con el Barcelona tuvo su continuidad al empatar frente a un rival sin estrellas, en el que los suplentes no lograron un resultado acorde con la distancia que les debe separar de un Segunda B.

El técnico azulgrana, Luis Enrique, desplazó a cuatro canteranos, el máximo que le permite la norma, y sacó una alineación casi irreconocible, sobre todo de medio cambio hacia arriba.

El Villanovense, que llegaba a esta cita con la historia en un buen momento, con dos victorias en casa y un empate de calidad en Mérida, presentó prácticamente a su equipo de gala.

El arranque fue de tanteo, nadie se volvió loco, ya que el Villanovense esperó atrás bien colocado y el Barça tocaba sin profundidad.

Un par de cabalgadas del camerunés Kaptoum fue lo único incisivo del Barcelona en la primera parte, en la que jugó con un ritmo cansino, rondó el área, pero las mejores ocasiones fueron locales.

En el último cuarto de hora, el Villanovense se desmelenó, entró por las bandas, superó en agresividad a su rival y mereció marcar en un remate de cabeza de Javi Sánchez al larguero, a cuatro del descanso.

Hubo que esperar al minuto 63 para ver el primer disparo con intención del Barça; Sandro se la preparó a la derecha y el esférico rozó el larguero. En ese momento, Luis Enrique buscó otras cosas, metió a Aitor en el campo como extremo y retrasó a Adriano, mientras que los extremeños apenas inquietaban.

A veinte minutos para el final, el partido comenzó a ser un monólogo catalán, aunque seguía sin tirar entre los tres palos y Cobos acabó por hacer los tres cambios.

El agobio azulgrana estuvo a punto de dar sus frutos en un cabezazo de Bartra, a la salida de un córner, al que respondió Fuentes con la mejor intervención de la noche al salvar a los locales.

El final del partido fue recibido como una gran victoria por los aficionados locales, a los que el resultado les da derecho a soñar con un milagro en la vuelta.