La fe mueve montañas, pero no las escala. El HockeyGlobal Patín Cerceda llega a la cima del Tourmalet con solo dos puntos. Completó ayer la ascensión con derrota ante el Reus por 4-7 en un partido bronco y con mucha polémica. Pero mereció mucho más. Dominó, estuvo suelto en ataque, que era lo que más le estaba costando, y defendió bien. Demostró una clara mejoría. Los rojiblancos han ido de menos a más según iban dejando atrás los puertos, cogiendo fondo y engrasando los piñones y los platos. Y solo les faltó el acierto a bola parada. Y hay factores externos contra los que no se puede luchar. Derrota con asterisco porque es de las que da esperanzas para cuando llegue el ansiado descenso.

El protagonista para lo bueno y para lo malo fue Raúl Marín. Marcó cuatro goles pero desquició a la grada. Le acusaron de hacer teatro, exagerar cada caída y de convertir roces en faltas y un choque fortuito en una tarjeta roja directa. El flechazo fue mutuo. El jugador no se cortó en dirigirse al público, incluso se bajó la media para enseñar la pierna y mostrar sus heridas de guerra. A los que no tuvo que convencer fue a los árbitros, que pitaban falta cada vez que se iba al suelo. Más desafortunada fue la acción que le costó la tarjeta roja directa a Willy Domínguez. El portero le atajó una falta directa y cuando luchaba por el rechace, soltó el stick y dio al delantero, que se retorció de dolor en el suelo. González y Sánchez lo interpretaron como agresión y mandaron al arquero rojiblanco al vestuario. Al final del partido, el propio Marín reconoció ante Domínguez que había sobreactuado y le pidió perdón. Le echó un poco de cuento, le confesó.

Y es que el partido no se puede separar de la polémica. Solo hay que mirar los números: dos penaltis, cuatro directas y una tarjeta roja en la primera parte; y en la segunda otros tantos penaltis, otras tantas directas y dos cartulinas azules. Con estas incidencias, el acierto a bola parada era fundamental. No lo tuvo el Cerceda. Falló tres penaltis, aunque uno le sirvió a Peli para marcar en el rechace, y dos faltas directas. En cambio el Reus, por medio de su especialista Marín, marcó tres y desperdició otras tres (dos Marín y una Coy) y una pena máxima (Coy). Al final fue lo que marcó la diferencia.

El Cerceda, sin Pablo Togores, se encomendó ofensivamente a Peli. No defraudó el coruñés, que marcó la primera que tuvo en el minuto uno. Le costó acercarse al Reus y cuando lo hizo se encontró con Willy. Primero sacó una en el segundo palo y después secó a Coy, que falló un penalti. Platero tuvo que sacarse un remate de la chistera para batirle y Marín lo hizo de falta directa. Los catalanes le habían dado la vuelta al marcador. Antes del descanso los coruñeses remontarían de nuevo. Con épica. Primero Peli aprovechó el rechace del penalti que había fallado. Los gritos de Enrico Mariotti al pedir tiempo muerto retumbaron el pabellón. Después Mantiñán empujó una bola en una contra. El nueve del Cerceda también es como Marín. Un peso pluma. Pero no cae con el viento. No es el más fuerte, ni el más potente. Quizá sí el más rápido. Pero también el de los más listos. Encontró el hueco que Molina había dejado sin tapar para el 3-2.

En el último minuto de la primera parte ocurrió la acción de la roja a Willy Domínguez. Martín entró y paró la directa, pero con uno menos el Cerceda no pudo aguantar en el inicio de la segunda parte, con el 3-3 de Ollé. En un intercambio de golpes, una buena parada de Martín fue el arranque de la jugada del 4-3 que culminó Peli, pero en el siguiente ataque Marín anotó desde detrás de la portería. Los últimos quince minutos fueron un carrusel de acciones a bola parada. Un penalti que Peli marcó, pero tuvo que repetir y a la segunda tiró fuera. Una directa anotada por Marín tras la azul a Peli. Otro penalti que falló Grasas. Otra directa que acertó Marín, aunque no acertó la siguiente (de otra azul a Peli) ni tampoco Candamio aprovechó la suya. Salvat cerró el marcador en una contra.