El Atlético de Madrid solucionó un triunfo más desde el remate del francés Antoine Griezmann, goleador de nuevo decisivo, en sólo tres minutos contra el Espanyol, suficiente para definir una victoria práctica del equipo rojiblanco, indudable desde entonces y ensombrecida por la lesión del portugués Tiago Mendes.

El mediocentro se marchó del campo en camilla rumbo al hospital, con un golpe medio en la tibia derecha como primer diagnóstico, a la media de hora de un partido que siempre fue del Atlético, del que se marchó el conjunto blanquiazul sin una sola ocasión clara de gol y que reforzó la segunda plaza rojiblanca, a la estela del Barcelona.

En tres minutos, cuando su rival apenas había cruzado la mitad de campo con la pelota controlada, Griezmann ya había batido una vez más la portería contraria. Su remate raso con la izquierda, por delante de su marcador, tras maniobra y asistencia de Óliver Torres, fue inalcanzable para la estirada de Pau López. El gol condicionó el diseño del partido. Para el Atlético, porque apareció alguna dosis de relajación, y para el Espanyol, porque nunca reaccionó al golpe. Ni en el primer tiempo ni en el segundo.