A pesar de que la carrera de Antonio González se desarrolló a caballo entre el fútbol y el hockey sobre patines, su familia siempre tuvo claro por qué deporte decidirse, el del stick. Su hermano Pepe ya compartió pista con él. Sus tres hijos, Antonio, Ignacio y Jorge jugaron en el Dominicos. Y la tercera generación la forman sus nietos, Antonio, Jorge e Ignacio, a los que también une la pasión por el hockey. "La mayor pena es que mi padre no haya podido ver jugar a todos sus nietos. Hubiese disfrutado mucho, sobre todo ahora con Ignacio (Alabart, cedido por el Barcelona en el Voltregá) en la OK Liga", lamenta su hijo Ignacio, que también heredó la parte federativa, ya que es el actual vicepresidente de la Federación Española de Patinaje y del CERS. En las reuniones familiares era imposible no hablar de hockey. Porque además Antonio González ejercía de anfitrión con los jugadores catalanes que fichaban por el Liceo. "Sabían que tenían las puertas abiertas de mi casa para venir a comer los sábados", recuerda. Con la paradoja de que la hija pequeña del patriarca se casó con una de las figuras verdiblancas, Kiko Alabart. "En la familia somos de Dominicos así que cuando había derbi intentábamos llevarnos bien", bromea.