Estoy harto de los tuits de Piqué, de las declaraciones de Piqué, de los emoticonos de Piqué y de los piques de Piqué con medio universo futbolístico. Como me parece que Piqué no es tonto, es posible que los tuits, declaraciones, emoticonos y piques de Piqué sean cortinas de humo, sombras y ceniza, distracciones colaterales, salidas de tono más programadas que las respuestas de un político en una entrevista humana. En resumen, puede que los tuits idiotas de Piqué, las declaraciones fuera de lugar del central del Barça, los emoticonos irrespetuosos del futuro presidente del Fútbol Club Barcelona y los piques sin venir a cuento del marido de Shakira sean como el rabo del perro de Alcibíades.

Alcibíades, el protagonista de la entrada en escena más espectacular de la historia de la filosofía gracias a El Banquete de Platón, fue discípulo de Sócrates, pero eso es como decir que Bárcenas es seguidor de la ética de Kant. El caso es que Alcibíades, que como todos los caraduras encantadores era un ídolo en su ciudad, decidió en una ocasión cortar el rabo a su perro, y cuando le preguntaron que por qué había hecho algo tan absurdo, respondió que lo hizo para que la gente hablara de que Alcibíades le cortó el rabo a su perro. Mientras los atenienses estaban dándole vueltas al extraño caso del rabo del perro de Alcibíades, dejaban en paz a Alcibíades. Esta lección (un asunto menor bien elegido puede distraer la atención de cosas más importantes) ha sido bien aprendida por políticos y poderosos, que saben que la mejor forma de no hablar de lo que verdaderamente importa en convencernos de que hay que hablar de lo que no tiene importancia. Supongo que Piqué es el medio elegido por el soviet supremo culé para evitar que se hable de los problemas con hacienda de los jugadores del Barça, del oscuro asunto del fichaje de Neymar, del difícil equilibrio entre el Barça y el independentismo catalán y del empate en el Camp Nou ante el Depor. Mientras todos hablamos del pique de Piqué con Arbeloa, nadie habla de cómo es posible que el Barça dejara escapar una victoria que tenía más que asegurada. La cuenta de Twitter de Piqué es la cola del perro del Alcibíades que hace que nos olvidemos de las desastrosas decisiones de Luis Enrique en el momento de hacer o no hacer cambios. O puede que no. Puede que las cosas que dice y escribe Piqué no sean un intento de distraer nuestra atención, sino pura tontería producto de la falta de reflexión.

Si las cosas de Piqué, Arbeloa y compañía son algo más que la cola del perro de Alcibíades, deberíamos desconfiar de lo que unos futbolistas del Barça o del Madrid, acostumbrados a que se preste una desmesurada atención a todo lo que dicen y hacen, escriben en Twitter o declaran en una rueda de prensa porque las prisas sólo son buenas cuando se está a punto de perder el autobús. Si Piqué, Arbeloa y compañía pensaran un poquito antes de darle al pulgar o abrir la bocaza, los alrededores del fútbol serían un lugar más habitable. Sófocles, el gran trágico griego, aseguraba que a veces componer tres versos le llevaba tres días de trabajo, y cuando un joven poeta le dijo que en tres días era capaz de escribir trescientos versos, el autor de la inmortal Antígona respondió que esos trescientos versos no durarían ni tres días. Mi consejo, como aficionado al fútbol que no tiene más remedio que enterarse de que Piqué llamó "cono" a Arbeloa, es que Piqué y compañía dediquen tres días de trabajo a preparar sus tuits. Es muy fácil escribir trescientos tuits en tres días, pero sólo servirán para llenar tres días las páginas de los periódicos y, quizás, trescientas noches de El Chiringuito de Jugones. Si Piqué quiere ser Sófocles, debería empezar por reflexionar tres días antes de dirigirse al mundo y por entrenar un poquito más el pase largo.