Cuando faltaba un minuto para que sonara la bocina en el Palau Blaugrana, Jordi Bargalló tuvo en su stick cambiar la historia. La que dice que cuando el Liceo se enfrenta al Barcelona, juega como nunca pero pierde como siempre. O empata. Pero pocas veces gana. El marcador reflejaba un 4-4 cuando los árbitros señalaron penalti. En cualquier otro partido, incluso en este pero en otras circunstancias, quizás hubiesen sido Toni Pérez o David Torres, los únicos con acierto esta temporada, los encargados de chutar. Pero el capitán decidió tomar la responsabilidad. Pero falló. De tres puntos se pasó a un solo. Pero también pudieron ser cero porque los verdiblancos remontaron un 4-2. El empate les permite seguir en la lucha. Están a tres puntos del Barcelona y a uno del Vic, que pinchó en Vendrell -los dos próximos rivales del Liceo-.

Los Bargalló no pudieron poner la guinda a un gran partido. Los hermanos se entienden y el Liceo vive de ellos. También en el Palau. El único tanto en el que no intervinieron fue en el tercero, de David Torres y que se lo guisó y comió él solo. El resto pasó por sus sticks. El primero, con un pase medido de Pau, que supo esperar y meter la bola al segundo palo para que Toni Pérez rematara prácticamente a placer. El segundo y el cuarto, obra del menor de la saga a asistencia del mayor. Y si Jordi no acertó con el penalti, Pau no tuvo su oportunidad a bola parada. Con un 5 de 8 en faltas directas, no pudo lucirse. El Barcelona se quedó estancado en 9 faltas (por 16 de los liceístas). Solo dos en toda la segunda parte.

El empate también refleja un partido en el que ambos equipos tuvieron sus fases de dominio, aunque siempre fue el Liceo el que propuso el juego. Empezó mejor, pero tras marcar el 0-1 se estancó y el Barcelona atacó con mucho peligro para darle la vuelta al resultado antes del descanso (2-1) y confirmarlo tras él (3-1). Pero por detrás del marcador los coruñeses se vinieron arriba y no se conformaron con nada. Recortaron (3-2) y remontaron del 4-2 al 4-4 final. Un botín escaso, pero el premio de seguir con vida.