Jordi Bargalló está todo lo tranquilo que se puede estar cuando los rumores no hacen más que situarlo fuera del Liceo la próxima temporada. Se abstrae y prefiere centrarse en lo deportivo porque el equipo se jugará mucho en las próximas fechas. Por eso no quiere hacer declaraciones. "Lo siento, si hay algo que decir, lo haré en su momento", se limita a contestar y cuelga el teléfono rápido, antes de que se le escape algo más. Donde responde cada fin de semana es sobre la pista. Su permanencia en el Liceo, el club de su vida, en el que siempre quiso estar y por el que ha rechazado numerosas ofertas, está difícil. Muy difícil. No es una cuestión de dinero. Su primera opción siempre será quedarse. Y la bola ya no está sobre su tejado.

Fuentes cercanas a la institución liceísta insisten en que ha optado por aceptar la oferta del Oliveirense portugués, mucho más suculenta económicamente que la que le podría ofrecer un Liceo con problemas económicos para asumir varias fichas de primer nivel. Lo mismo que Pau con el Barça. Pero otras fuentes señalan que es al club al que no le interesa la renovación de los hermanos. Testigos de la única reunión por la renovación entre el capitán y el presidente aseguran que había lágrimas de impotencia en los rostros de la familia Bargalló. Desde ese tenso encuentro, no hubo más acercamientos por parte de los dirigentes verdiblancos.

Jordi Bargalló es el tercer máximo goleador de la OK Liga, con 21 tantos, y el máximo asistente, además de ser considerado durante años el mejor o de los mejores jugadores del mundo. Ajenos a todo, la sociedad letal con el pequeño de la saga, segundo en la lista de cañoneros con 24 dianas, ha llevado al Liceo a ser segundo en la OK Liga, a tiro de tres puntos del Barça, y a clasificarse para los cuartos de la Liga Europea, donde su rival será precisamente el conjunto azulgrana el próximo mes de marzo. Con la Copa del Rey en el horizonte de finales de este febrero. Aunque lo más actual es la visita a Reus del fin de semana en el segundo partido de la segunda vuelta de la competición doméstica.

El compromiso de Jordi Bargalló con el club y la ciudad es innegable. Hace cinco años que firmó su última renovación cuando sonaban rumores de que el Barça llamaba a su puerta. Siempre dice que desde pequeño, tras ver al Liceo en su Sant Sadurní d'Anoia natal y quedarse prendado del juego de Roberto Roldán, su sueño fue vestir de verdiblanco. Lo cumplió primero su primo Francesc, en el curso 2001-02. Al siguiente, ya dio él el salto. Tenía 22 años. Ahora cuenta con 36 y salvo un paréntesis de dos temporadas en Igualada, creció como liceísta hasta convertirse en el mejor jugador del mundo. "Por lo menos, el más completo", le define siempre su entrenador Carlos Gil. Sus logros deportivos son más que conocidos. Campeón de la OK Liga, de la Liga Europea, de la Copa del Rey, de la CERS, de la Continental y de la Intercontinental. Y segundo máximo goleador histórico del Liceo, solo superado por todo un Daniel Martinazzo.

Pero a la par, echó raíces personales y afectivas en la ciudad. En A Coruña nacieron sus dos hijos, Gina y Jordi, estudió su carrera de Magisterio, incluso aprendió gallego y fue pregonero de las fiestas de María Pita. "Volvemos a casa", dicen que proclamó su mujer cuando se confirmó el regreso del capitán al Liceo (2008-09) tras sus dos años en el Igualada. También se vuelca con la cantera. Es el más solicitado y es frecuente verlo después de los partidos atendiendo a todas las demandas de fotos y firmas, repartiendo bromas y animando a los chavales a subirse a los patines y perseguir sus sueños. Como hizo con el pequeño ÁlexÁlex, de cuya milagrosa recuperación (nació con los pies zambos y sufrió numerosas operaciones hasta llegar a patinar y jugar con el equipo micro del Liceo) fue uno de los principales motores. Intentó llevar las riendas de alguno de los equipos de la base, pero nunca se le ofreció la posibilidad. Un idilio a punto de romperse porque dos no están juntos si uno no quiere.