Locura blanca en el Coliseum. En una final emocionante y muy disputada, el Madrid tiró de experiencia para derrotar a un Herbalife Gran Canaria que derrochó talento y ganas (81-85), poniendo contra las cuerdas a uno de los gigantes de Europa. Es la 26ª Copa del Rey que levanta el equipo de la capital, que ayer se vio aupado por Gustavo Ayón y Sergio Rodríguez, espectaculares durante todo el torneo que se celebró en A Coruña

Cómo se empieza puede determinar cómo se acaba. Pablo Laso y los suyos lo saben bien y por eso saltaron a la pista convencidos de que cuanto antes marcasen su territorio, mejor. Un gran partido debe tener un gran inicio, así que Carroll abrió el marcador con un triple. Ayón -el mejor del partido con un 21 de valoración- y Maciulis lo acompañaron en el ataque para llegar a un 6-16 que hizo sonar las alarmas en el equipo canario.

Sin prisa pero sin pausa, como lleva haciendo en todos los partidos de esta Copa, el Herbalife planeó su estrategia y se deshizo de la defensa blanca gracias a Rabaseda desde fuera y Aguilar bajo el aro. El ala pívot granadino encadenó tres canastas consecutivas. Como consecuencia, solo dos puntos de diferencia entre madrileños y canarios (24-26). Savané pudo empatar y darle al botón de volver a empezar, pero falló desde la línea de tiros libres tras una falta antideportiva. Tan cerca y, de repente, tan lejos. Al siguiente minuto, el Madrid anotó ocho puntos que parecían un abismo (24-32). Felipe Reyes no encontraba demasiados obstáculos en sus penetraciones a canasta.

Teniendo en cuenta los partidos que ha jugado en A Coruña, queda claro que el equipo de Aíto García trabaja mejor bajo presión. Seleey y Salin aumentaron los esperanzas desde la línea de 6,75 y Báez, sobre la bocina, imitó a sus compañeros para mandar un mensaje alto y claro: hay partido. Lo que le faltaba por mejorar era el rebote, pero aún disponía de 20 minutos para alcanzar el nivel de su rival -capturó 32 por 43 de los de Laso-.

El segundo aviso de los amarillos llegó nada más volver de los vestuarios. Otra vez triple del ala pívot dominicano, un auténtico incordio para la defensa blanca. Puso al Herbalife al mando en el luminoso. Por cómo se iba desarrollando el guión parecía que esos tiros exteriores iban a ser decisivos. Maciulis también quiso formar parte del festival de triples y devolvió las tablas al marcador (43-43). Rabaseda hizo lo mismo un instante después (45-45). Los dos ansiaban la Copa.

Abonados a sufrir estuvieron los asistentes al Coliseum, que vibraron con casi todos los partidos -salvo el del Madrid-Fuenlabrada de cuartos de final-. Ayer no fue menos. Y el público no tuvo que esperar al último cuarto para morderse las uñas, en el tercero ya empezó el gran espectáculo. Una jugada de cuatro puntos de Carroll dio paso a la aparición estelar de Llull, que siempre anota cuando más se le necesita (48-53). Al igual que Sergio Rodríguez, quien ya había sobresalido en semifinales. Trabaja, trabaja y vuelve a trabajar. Nunca se cansa. Su ambición derriba muros o, más bien, defensas. Su triple dio paso al dominio madridista, si es que se puede llamar así, porque siempre tuvo detrás al Gran Canaria pisándole los talones. Sin embargo, en citas tan importantes como una final de Copa, los errores se pagan caros. El equipo de Aíto García no supo gestionar bien algunas de sus últimas posesiones y al Madrid, que no se le escapa una, le vino bien para abrir una brecha de diez puntos (68-78).

Dos minutos para acabar y los amarillos volvieron a demostrar por qué han llegado tan lejos en esta competición. Oliver y Rabaseda sumaron seis puntos y el "pío, pío" resonó en el recinto coruñés. Oliver se lució en ataque -fue el máximo anotador de los isleños con 16 puntos-. Pero solo podía ganar uno. El Gran Canaria se quedó sin hacer historia, y es que el Madrid también quería agrandar su lista de grandes hazañas.

El triple final de Rabaseda pudo cambiar el final (81-83), pero al Chacho no le tembló el pulso cuando se colocó en la línea de tiro libre. Ahí, quizá, está la diferencia. Tiró y anotó los dos. Casi había escrito el punto y final. El Herbalife recuperó la pelota, pero no pudo llevarla hasta la red y el bocinazo final dio paso a la euforia blanca.

El "campeones, campeones", el confeti y la Copa fueron los ingredientes de una noche inolvidable. También para los canarios, que aún perdiendo se sentían ganadores con el apoyo de su afición.

El MVP, para Gustavo Ayón. Firmó una media de 13,7 puntos, 6,3 rebotes y 20,3 puntos de valoración. Su regularidad le permite llevarse el reconocimiento de mejor jugador del torneo. Pero no es el único del Madrid que festeja a nivel individual, Luka Doncic se colgó el cartel de jugador más joven en ganar una Copa del Rey. A sus 16 años, el base esloveno desbanca a Ricki Rubio. Pero no solo ellos dos han llevado al Madrid a teñir de blanco la Copa. También los otros diez jugadores, los lesionados y, por supuesto, Pablo Laso.