El Atlético de Madrid solucionó un triunfo más en el Vicente Calderón, incontestable por actitud, por ambición, por ocasiones y por goles, uno en propia puerta del mexicano Diego Reyes, uno de Saúl Ñíguez y otro de penalti del francés Antoine Griezmann para doblegar a la Real Sociedad y presionar al Barcelona.

El equipo rojiblanco no necesitó exprimirse en su cuarto duelo en diez días, encarrilado muy pronto, sentenciado nada más comenzar la segunda parte e indudable de principio a fin, siempre por encima del decepcionante rendimiento en ataque y en defensa del conjunto donostiarra.

El Atlético ganó sin apenas debate por los puntos en los 90 minutos, por el máximo interés que le dio al partido, por su potente inicio, por su alineación sin rotaciones, con solo un cambio respecto al derbi del sábado (el argentino Luciano Vietto por Fernando Torres), y por la ambición con la que encaró el choque. Y también porque su adversario fue un rival menor desde el inicio hasta el final, incapaz casi siempre de encadenar cuatro pases más allá de medio campo, superado en cada sector del juego, en el que llegó tarde a la pelota, desubicado, controlado y manejado siempre por el Atlético, que solo tardó ocho minutos en hacer el 1-0, que marcó Reyes en propia puerta a centro de Koke. El 2-0, el de la sentencia sí o sí del encuentro, era una mera cuestión de tiempo. Llegó 35 segundos después de que ambos equipos volviesen a terreno de juego tras el descanso. Griezmann la puso al desmarque de Vietto, que, a su vez, centró al punto de penalti a la llegada de Saúl.

El tercero llegó de penalti. De la Bella se abalanzó en el área sobre Griezmann y el francés lo transformó para hacer el 3-0. Simeone le dio descanso a Antoine, goleador en los dos últimos partidos de su equipo y sustituido por el argentino Ángel Correa. Fue entonces cuando el equipo donostiarra tuvo su primera ocasión del duelo.