El Málaga rompió una racha de cinco jornadas sin ganar y gracias a un gol de Juanpi Añor se impuso a un Sporting que buscó y mereció el empate, pero que se topó con el poste en un lanzamiento de Carlos Castro.

El conjunto asturiano salió fuerte y agresivo, sorprendiendo al Málaga en la presión, y una acción de Sanabria nada más empezar el encuentro pudo adelantar al Sporting pero Guillermo Ochoa desvió el balón con el pie.

El Málaga intentaba entrar en juego lo antes posible, pero la presión del Sporting inquietaba a los malaguistas, que no podían sacar el balón jugado desde atrás y se veían impotentes ante la solidaridad y el toque del rival. El equipo local no había tirado a portería en 17 minutos, aunque poco a poco iba cogiendo las riendas del encuentro y el dominio en el centro del campo. Y en una acción perdida, sin aparente peligro, Juanpi buscó el disparo intentando acomodarse el esférico en la izquierda y su lanzamiento entró por toda la escuadra, sin que el guardameta Cuéllar pudiera evitar el gol.

El Sporting tras el tanto no se deshizo, al contrario, volvió a la carga, sobre todo por las bandas, con Ndi y Sanabria, además de Jony, pero con Ochoa muy atento.

El técnico del Sporting Abelardo, que cumplía su segundo encuentro de sanción al igual que su homólogo Javi Gracia, hizo el primer cambio tras el descanso, dejando a Nbi, uno de los jugadores más agresivos, por Carlos Castro. El Málaga salió mejor en la segunda parte, más entonado, y directo a intentar sentenciar el encuentro, aunque el Sporting no se achicaba y con la rapidez y los centros de Jony por la izquierda, creaba incertidumbre. Los asturianos seguían muy ordenados, atacando con peligro ante un Málaga que se iba diluyendo poco a poco, sin que los cambios hicieran efecto.

El Sporting tuvo la igualada en una doble ocasión con disparo dentro del área pequeña de Pablo Pérez, intervención de Ochoa, y el rechace le llegó a Carlos Castro, cuyo disparo pegó en el poste izquierdo. La suerte no le llegaba al equipo asturiano, que era merecedor del empate ante un Málaga, romo y perdido, que defendía el resultado, y que lo consiguió con una jugada última, un posible penalti del malaguista Pablo Fornals, al tocar el balón con la mano, que protestaron con ímpetu los jugadores y el banquillo sportinguista.