Con seis años se subió a su primera moto y ahora tiene 16. Lleva por lo tanto más de media vida a todo gas y luchando por alcanzar un objetivo: triunfar sobre el asfalto. Con ocho ya asombrara sin ser casi ser más alto que la moto que pilotaba. La manejaba a su antojo. Su talento nunca pasó desapercibido. Llamó a su puerta Emilio Alzamora. Estuvo en el equipo Repsol Monlau. Y ahora es Aspar el que fija su mirada en él. Tampoco fue ignorada su destreza por sus padres, que se vieron inmersos en un mundo totalmente nuevo para ellos. Y no es fácil moverse por él. Pocos gallegos lo han conseguido. A las dificultades materiales, pues en Galicia no tiene donde entrenar (muchas veces se tiene que desplazar a Portugal), se le sumaron muchas otras. Puertas que se cierran, palos en las ruedas, patrocinadores que no llegan y dinero que hace falta. Porque el motociclismo es un deporte muy caro. Su padre Fernando decidió fundar la empresa DP Racing junto al ex piloto mundialista coruñés Javier Díaz Pan, con la que pretenden gestionar la carrera de Borja, pero también montar una escuela para que los niños que como su hijo quieran practicar este deporte no tengan que pasar por las mismas dificultades. Pequeños pasos para intentar que se cumpla su sueño. El Campeonato de España de velocidad puede ser el primer paso de una gran carrera.