Cuando Martín Payero debutaba en la primera división de la liga argentina, con apenas 16 años, Adrián Candamio e Iñigo Artacho, los benjamines del HockeyGlobal Patín Cerceda, todavía no habían nacido. Y es que el argentino, ahora nacionalizado angoleño, lleva más de 20 años dedicándose al hockey sobre patines. Una carrera larga, con sus altos y bajos, en los que la explosividad de los primeros tiempos ha dado paso a un jugador mucho más maduro y que, en la temporada en la que cumplirá 39 años, sigue asombrando en la OK Liga. Y avisa: "No tengo pensado retirarme ni en uno ni en dos años".

"Hay una época en la que estás preocupado porque te estás haciendo viejo. Pero cuando ya estás viejo, todo lo que se te presenta por delante es una gran motivación", reflexiona el Negro, como es conocido por sus compañeros. Un cambio de mentalidad que en su caso coincidió con su salida del Liceo y su posterior fichaje por el Órdenes de Primera Nacional. "Había tocado fondo deportivamente. Un año sin jugar me afectó y se notó en mi año en Órdenes. Después ya fiché por el Cerceda, ascendimos a la OK Liga y se me abrió la posibilidad de esta segunda juventud. Tengo más madurez y la tranquilidad que da la confianza de que tanto tus compañeros como el cuerpo técnico confían en ti", analiza.

Antes se había formado en Argentina entre el Loma Negra y el Trinidad, aprendizaje que completó en el Liceo B. Cuando pasó a la primera plantilla, empezó a sentir lo que era jugar "de verdad", aunque sus 45 goles no le sirvieron para ganarse la continuidad en A Coruña y fichó por el Barcelos portugués. "Para mí esa época supuso el despegue. Gané mis primeros títulos y fueron los años más productivos a nivel deportivo", recuerda. Eso hizo que se le abrieran las puertas de nuevo en el club herculino. "Me quedé con la espina de no haber ganado ningún título. Luchamos mano a mano y hasta el final siempre contra el Barcelona, que estuvo muchísimos años intratable", argumenta.

La época de luchar por títulos, dice, ya pasó. "¡Cuánto daría por haber tenido la mentalidad de ahora con diez años menos!", confiesa. ¿Qué le diría el Martín Payero de ahora al de hace diez años, entonces? "Sobre todo que abriera los ojos. Porque una cosa es ser bueno al hockey y otra cosa es saber jugar bien al hockey sobre patines. Me hubiese gustado haberme esforzado más en la parte táctica del juego, haber asimilado más conceptos, lo máximo posible, para saber jugar mejor a esto". Ahora no quiere que a los jóvenes con los que comparte vestuario les pase lo mismo. "Ya me pasó en su día con Dava Torres, que estaba muy encima de él. Ahora también con Adrián (Candamio) e Iñigo (Artacho). Van a acabar odiándome. Estoy muy encima de ellos en los entrenamientos para que puedan mejorar día a día. Tienen muchísimo potencial, pero también tienen que mejorar y trabajar", comenta.

Porque precisamente el trabajo es una de sus fórmulas del éxito. "La edad ya te exige otros cuidados que antes no tenías. Me cuido las comidas durante la semana, aunque algo normal. El principal secreto es entrenar mucho. No me gusta estar mal, así que entreno lo más que puedo y dentro de mis posibilidades", desvela. Las sesiones en la pista las complementa con trabajo individual semanal en la piscina y el gimnasio. "Sí que noto que ahora los periodos de recuperación son mayores", reconoce.

Pero sobre la cancha, no se percibe ni un atisbo de declive. La jornada pasada, contra el Lleida en el González Laxe, marcó tres goles en los ocho primeros minutos del partido. El primero y el tercero, para enmarcar. En el primero, ganó la bola en la valla, se fue hacia el centro con un pase por la espalda, con lo que se quitó del medio también a dos defensas para afrontar la portería y marcar. En el tercero, recibió, le hizo un caño a un rival y chutó a la escuadra. Y no está contento porque el gen de entrenador ya empieza a llamar a su puerta: "Vi el vídeo y creo que tanto el equipo como yo pudimos jugar mejor". Si mejoran y ganan el sábado en Alcoy, el Cerceda podría dejar prácticamente atada la permanencia.