Benzema y James Rodríguez lanzaron al Madrid hacia la caza del Barcelona con una colección de goles y asistencias con las que el conjunto blanco ganó al Getafe, un equipo deprimido que se asoma peligrosamente al precipicio de Segunda desde la última posición.

Parece que al delantero francés no le afecta en el campo su anunciada ausencia de la Eurocopa que se disputará este verano en su país. Tampoco a James le supera su habitual suplencia edulcorada por alguna titularidad esporádica. En el Coliseum ambos lo demostraron: el primero firmó un gol y dos asistencias y el segundo, otro tanto y un pase de gol. Pero fue Benzema quien estuvo un escalón por encima.

Su buena actuación llegó poco después de la euforia que se desató en el club blanco tras el partido frente al Wolfsburgo y el emparejamiento con el Manchester City en las semifinales de la Liga de Campeones. Benzema se encargó de canalizar el buen momento merengue, que va hacia arriba y con ganas de tocar el cielo en alguna competición.

Tal vez ayudó que el rival que tenía enfrente apenas opuso resistencia al paseo madridista. El estreno del hispanoargentino Juan Eduardo Esnáider en el banquillo azulón no trajo en su primer intento ningún revulsivo a un equipo deprimido. Antes del pitido inicial, el Getafe sumaba 12 encuentros seguidos sin conocer la victoria. Después de 90 minutos, alcanzó los 13.

Esnáider apenas tuvo tres días para entrenar a sus jugadores y tal vez por eso no hubo revulsivo. Ni siquiera se vio en las caras de sus jugadores ese carácter de luchador incansable que le caracterizó en su etapa de futbolista. Y cuando ni siquiera eso aparece frente a un equipo al alza como el Madrid, el resultado no podía ser bueno.

Zidane, confiado, volvió a alinear en Liga por segunda jornada consecutiva a James y a Isco. Modric, otra vez, como hizo frente al Eibar, se quedó en el banquillo. Y, otra vez, los planes fueron positivos para el técnico francés. La jugada es simple: dos futbolistas de una calidad importantísima y con ganas de reivindicar la titularidad no pueden fallar. Y no lo hicieron.

Con el gobierno de ambos, el Madrid, sin demasiados alardes, fue comiendo terreno al equipo de Esnáider. Estaba claro que el gol iba a llegar y un tiro al poste de Cristiano fue el preludio del pase de James a Benzema para inaugurar el marcador. El francés no falló y abrazó con razón al colombiano: medio gol era suyo.

El Getafe, que ni siquiera se había acercado a la portería de Keylor Navas, se marchó al vestuario derrotado. La suerte estaba echada y lo único que podía hacer el equipo de Esnáider era frenar la sangría para no sufrir un choque moral terrible antes de afrontar las últimas cinco jornadas, que serán decisivas en la lucha por la permanencia.