Juan Carlos Valerón dice adiós al fútbol. Aterrizó en Riazor en el verano de 2000 acompañado de Jose Molina y Joan Capdevila. Los tres llegaron procedentes de un Atlético de Madrid que, sorprendentemente, había descendido a Segunda División mientras que A Coruña celebraba el único título de Liga del Deportivo. Vistió la camiseta blanquiazul durante trece temporadas en las que le dio tiempo a vivir la época gloriosa del club, pero también una de las peores. Disfrutó del Centenariazo y de dos Supercopas de España, además de las cinco campañas consecutivas en la Liga de Campeones en las que el equipo coruñés asombró en Europa, pero también le tocó lidiar con la época de las vacas flacas durante las que sufrió dos descensos consecutivos a Segunda. Tras el segundo, y último, el Flaco decidió retirarse a sus aposentos en Las Palmas, donde se había criado como futbolista.

A sus espaldas se llevó 422 partidos con la camiseta blanquiazul, repartidos entre siete competiciones -Primera y Segunda desglosadas- en los que anotó 32 goles. No era el remate el punto fuerte de Juan Carlos Valerón a pesar de jugar muy cerca del área, lo suyo era fabricar el gol para que otro compañero lo marcase. Debutó con el Deportivo en partido oficial el 9 de septiembre de 2000, apenas tres meses y medio después de que el conjunto blanquiazul conquistase la Liga, frente al Athletic en Riazor (2-0). Solo dispuso de los diez últimos minutos, los que le dio Javier Irureta en lugar de Diego Tristán. Cerró su etapa como blanquiazul el 1 de junio de 2013 frente a la Real Sociedad, también en Riazor, en un encuentro de infausto recuerdo, ya que los deportivistas regresaron de nuevo a Segunda, de donde habían vuelto el año anterior.

El de Arguineguín se convirtió en una pieza clave para Irureta, a quien siempre se le reprochó que apenas hubiese alineado a Valerón y a Djalminha juntos, ya que sus servicios convirtieron en pichichis a Diego Tristán y a Roy Makaay -los de Valerón y los de Djalminha-. Estuvo presente en las grandes gestas del cuadro blanquiazul entre las que destacan el Centenariazo, además de otros triunfos históricos en los campos del Bayern Munich, Arsenal y Juventus, entre otros grandes de Europa. Vivió cuatro años en la elite, hasta el curso 2004-05 cuando comenzó el desplome de un equipo que se había codeado con la nobleza del Viejo Continente. Y empezó otra época nueva, con él como cabeza visible, sobre todo tras la marcha de Fran y Mauro Silva -los únicos deportivistas junto a Donato que lucen en sus vitrinas todos los títulos del club coruñés-.

Era entonces cuando el Deportivo trataba de asomarse a las competiciones europeas pero con escasos argumentos, aunque consiguió meterse en la UEFA en la campaña 2008-09 a través de la Intertoto, en la segunda intentona por medio de este torneo. Un año de paso por la segunda competición continental fue el preludio a la vuelta a los orígenes, a aquellas épocas en las que el Deportivo era un equipo ascensor. Valerón se había quedado como único líder, junto a Manuel Pablo, de aquel cuadro que había maravillado a Europa, pero su presencia sobre el césped no era suficiente para lograr que el Deportivo aguantase entre la elite, y dos veces tuvo que sufrir Valerón los sinsabores del descenso, como ya lo había sentido antes con el Atlético.

En 2013, tras bajar por segundo año consecutivo, el de Arguineguín decidió poner fin a su etapa como deportivista, a pesar de que todavía tenía contrato con la entidad blanquiazul -podía seguir en activo o en los despachos-. "Llegó el momento de concluir mi ciclo en el Deportivo", dijo en la sala de prensa de Riazor tras la derrota frente a la Real Sociedad y descender. "Son muchos años y los últimos con un desgaste personal muy importante y ha llegado un momento en que he llegado al límite de mis fuerzas", explicó en aquel momento. Quizás ese desgaste tenía que ver con la posibilidad de que tuviese una deuda pendiente que no cobró y que difícilmente podría cobrar, de existir, ya que en el club no existe ninguna denuncia al respecto, según la documentación entregada al juez que llevó el concurso de acreedores de la sociedad deportivista.

Atrás quedaron trece temporadas, una Copa, dos Supercopas, aunque en la primera no participó, dos descensos, un ascenso y un recuerdo imborrable para la afición blanquiazul, como se lo reconoció en las dos veces que regresó Valerón a Riazor vestido con la camiseta amarilla de Las Palmas.