El Barcelona y el Madrid volvieron a dejar constancia de que son dos auténticos equipazos, no solo por ser capaces de hacer añicos a la mayor parte de sus rivales -cada uno con su estilo- sino por su fortaleza mental, que ha propiciado de nuevo un final de infarto en la Liga, un final que todavía hubiese sido más trepidante de no haber fallado el Atlético de Madrid la semana pasada, con lo que no pudo optar al título en la última jornada.

Los azulgranas ganaron los últimos cinco partidos para hacerse con un título que parecía decidido hace un par de meses y que por una sucesión de tropiezos inesperados vieron peligrar hasta el punto de que se le echaron encima los dos primeros equipos madrileños. Los de Luis Enrique apretaron los dientes y no fallaron cuando no hay que hacerlo, cuando de demostrar la grandeza se trata; además, con añadidos muy relevantes como la condición de máximo goleador de Luis Suárez, convertido en todo un pistolero del área, y el hecho de que no hayan recibido ni un tanto en este último recorrido.

El Madrid superó con creces la marca de los azulgranas, pues sumó los tres puntos nada menos que en los últimos doce partidos, una racha que no había conseguido ningún equipo antes en la competición española en su tramo final; solo que la desventaja con la que partía era tan grande que no pudo nunca llegar a depender de sí mismo. Los blancos, eso sí, refuerzan su moral con vistas a la final de la Liga de Campeones, en donde pueden salvar la temporada de forma indiscutible.

Haz click para ampliar el gráfico

Una lección, una vez más, que se puede extraer de los apuros que acabó pasando el Barcelona para renovar el título es que no se puede dar nada por hecho, y menos en el deporte, y todavía menos en una Liga como la española en donde, en efecto hay equipos muy inferiores al Madrid y al Barcelona, pero en cualquier caso con el nivel suficiente para pegarte un susto de muerte. Por lo que respecta al Madrid, seguro que sus responsables lamentan no haber cortado antes por lo sano con Benítez, en cuya etapa los blancos acumularon un retraso que después no fueron capaces de limar por completo. Con Zidane el Madrid recuperó una normalidad y un rendimiento después de que los jugadores se sintieran liberados de los corsés que pretendía el técnico madrileño.

Pero por encima de todo se queda uno con la grandeza de una Liga que respondió una vez más a las expectativas, porque hay unos futbolistas de impresión, capaces de aguantar la presión como pocos y sin que se resienta el espectáculo, que esto es también de valorar, pues una cosa es ganar de forma rácana, y otra hacerlo con calidad, como lo han hecho los dos primeros equipos españoles.