Dimitri Payet iluminó a Francia en el partido inaugural de la Eurocopa contra Rumanía y, cuando todo parecía abocado a un inicio amargo de los anfitriones, se sacó en el minuto 89 un potente disparo desde la medular del área que dio a los locales los tres primeros puntos del campeonato (2-1).

Fue la guinda a un gran partido que el jugador del West Ham, el último en llegar al once de Didier Deschamps, había marcado a fuego con una colección de pases de talento que se convirtieron en el principal arma francesa.

La ovación del público cuando se retiraba, con lágrimas en los ojos, sustituido por Sissoko en el descuento, fue el premio a un partido excepcional que permite a Francia afrontar con calma la competición y espanta los fantasmas que se cernían sobre los bleus visto su rendimiento durante el partido. No fue inferior la selección rumana de Anghel Iordanescu, plagada de desconocidos, de segundas espadas, aferrada a la disciplina táctica y al genio de Florin Andone, el jugador del Córdoba, el de más talento del plantel que fue capaz de remontar un gol en contra y dio la cara hasta que casi ya no le quedaban más minutos al reloj.