Ilusión. Es la palabra que más repite Jordi Bargalló (Sant Sadurní d'Anoia, 1979) a lo largo de la entrevista. Es la que no le faltó en sus doce temporadas en el Liceo. Y es la que no le faltará en su nueva etapa en el Oliveirense. Porque solo con ella se consigue ser el mejor jugador del mundo.

-¿Ya ha tenido tiempo para asimilar su marcha?

-El domingo, después del partido que estaba sin hacer nada, al pensar en todo lo vivido me di cuenta de que fueron muchas emociones y muy bonitas todas. Pero ahora no me da mucho más tiempo porque entre que estoy buscando piso, que empecé los entrenamientos con la selección... no me da mucho tiempo para pensarlo.

-¿Cómo le suena Jordi Bargalló, exjugador del Liceo?

-Es duro. Más que exjugador, ahora me declaro oficialmente seguidor del Liceo.

-Doce temporadas y la última, ¿fue la más difícil?

-Se ha hecho difícil y especial. Y además con las lesiones hizo que al equipo le costase mucho llegar al final de temporada. Pero lo dimos todo hasta el final y con eso no se nos puede reprochar nada.

-¿Cómo ha cambiado desde el año 2002 que llegó a A Coruña por primera vez?

-Dan para mucho doce temporadas. A mí se me pasaron como cinco minutos, porque me lo he pasado fenomenal. Pero sí que echas la vista atrás y las fotos no engañan, ha pasado el tiempo. Pero bueno, muy feliz de haber cumplido con creces mi sueño de jugar en el Liceo. Y a mayores me llevo el cariño de mucha gente.

-¿Cambiaron sus prioridades en este tiempo?

-Claro, vas evolucionando. Vine con 22 años y con una ilusión enorme. Me marcho con la misma ilusión, pero con una familia, una mujer y dos niños. Mucho más asentado. La vida es ir dando pasos. Cambian las prioridades, pero la ilusión y las ganas de jugar al hockey y la pasión por el Liceo las sigo manteniendo intactas.

-Profesor Bargalló, póngase nota como jugador del Liceo.

-¡Es muy difícil! Los profesores están para ayudar y para aportar, no para poner notas. ¡Es un fallo muy habitual!

-Pero al final del curso siempre hay notas. Es el sistema.

-Si tengo que analizar cómo me lo he pasado, eso está claro, de diez. La nota dejo que me la pongan los aficionados, compañeros y entrenadores. Eso sí, estoy tranquilo porque lo he dado todo y me he dejado el alma por el club.

-¿Haría algo de otra manera?

-A toro pasado siempre se pueden cambiar cosas para mejor pero me quedo con los doce años tal y como han sido, sin cambiar nada. Sería un error mirar para atrás. Fue como fue, lo pasamos genial, lo dimos todo y eso es lo importante, que el Liceo fue, es y será un club grande.

-¿Le queda alguna espina?

-No. Sí que a veces piensas que podías haber ganado más títulos, pero también podíamos haberlos perdido.

-¿Y el trabajo con la cantera?

-Es una cosa que a mí me gusta, pero ahora que estoy fuera del club no voy a decir lo que me hubiese gustado de cuando estaba ni a opinar de lo que se ha hecho. Simplemente, a la cantera, a los niños, les estoy muy agradecido por el cariño. Espero que sigan patinando como lo hacen, con esa ilusión y alegría, porque si se esfuerzan y siguen así, van a llegar lejos.

-El sábado, si les deja, le desnudan allí mismo.

-¡Incluso me quitaron las chanclas! Me he tenido que ir a comprar unas nuevas para venir a la selección (se ríe). No pasa nada, es una muestra más del cariño. Si puedes hacer feliz a un niño dándole las rodilleras y los guantes, ya cogerás otras. No pasa nada.

-¿Su mejor momento?

-Muy, muy, muy, muy difícil elegir uno solo. Me quedo con el cariño de la gente. El último día fue una prueba muy bonita, pero todos los días me he sentido muy querido. Creo que la gente ha estado conmigo y que me va a recordar. Y eso es lo que me hace más feliz. El premio más grande que he conseguido.

-¿Y una decepción?

-Cada partido que hemos empatado o perdido. Parecerá muy exagerado, pero es que llevo muy mal lo de perder...

-No se va por dinero pero ¿se va y le deben dinero?

-Las cosas están arregladas y va a salir todo bien.

-¿Le dice algo el número 522?

-Ahora mismo no.

-Son los goles que ha marcado con la camiseta verdiblanca.

-¿Todos?

-¿No llevaba la cuenta?

-Cuando era más joven me fijaba más, porque eran menos y jugaba más de delantero, que es una posición que te exige más. Pero no sabía los que llevaba. Bien, contento, aunque más que nada me quedo con los títulos, que es lo que va a quedar para toda la vida.

-Si hay una tercera etapa en el Liceo, quizá pueda pillar a Martinazzo, que marcó 661.

-Daniel está muy lejos, después de tanto tiempo no le vamos a molestar y quitarle sus méritos.

-¿Volvería con 39 años?

-Buffff. No me lo he planteado. Nunca se sabe lo que va a pasar en el futuro. No se trata de ir arrastrándose por las pistas. Yo ahora me encuentro bien, fuerte, sano, con mucha ilusión y cojo esta nueva puerta que se me abrió para disfrutar.

-¿Se sentiría raro si la próxima temporada se hablara del Oliveirense de los coruñeses Jordi Bargalló y Pablo Cancela?

-Para nada. Me pone contento que se me considere un coruñés más porque yo me considero.

-¿Qué dicen en Sant Sadurní d'Anoia de eso?

-También me siento catalán y de Noia, sin ninguna duda. Soy de los que pienso que cuanto más sumas, mucho mejor. Me siento catalán, gallego y coruñés. Un poco de todo y un poco de mucho. Son todas cosas buenas y una no quita la otra.

-¿Y qué se siente más: padre, jugador, profesor o modelo?

-Padre por encima de todo, que es espectacular, y después jugador. Lo demás ya es más anecdótico. De maestro no he podido ejercer, solo las prácticas de la carrera, y lo de modelo, lo dejamos como un punto y aparte.

-¿Qué aportó su faceta de padre a su faceta de jugador?

-Aprovechar más el tiempo. Cuando eres padre, quieres estar en casa con ellos y ya que te tienes que ir fuera, haces que ese tiempo tenga valor. Le pones más sentido a las cosas y estás más atento.

-¿Una pena tener que despedirse de su hermano?

-Es una lástima que Pau y yo solo hayamos podido jugar juntos dos años y encima él tuvo dos lesiones que hicieron que no pudiéramos jugar todo lo que hubiésemos querido. Ha sido una experiencia muy bonita y también he aprendido mucho de él. Ahora disfrutaremos en la selección.

-Hace unos años se lesionó con la selección y dijo que no volvería. Pero siempre vuelve.

-La vida del deportista es vivir el presente. Eso te marca mucho. No se pueden hacer planes a largo plazo. Voy porque tengo ilusión y siento que puedo ser útil. Pero tampoco sé si voy a volver. Me imagino que si no estuviera a buen nivel sería el primero en dejar la selección, los clubes e irme para mi casa. Pero como voy aguantando y, sobre todo, tengo mucha ilusión, tiro para adelante, pero sin saber qué voy a hacer el año que viene o el siguiente.

-Y así va conociendo su nueva casa, Oliveira de Azemeis.

-Está bien, voy avanzando tiempo porque además dos compañeros de la selección (Jepi Selva y el portero Xevi Puigbí) también van a jugar ahí. En Oliveira lo van a vivir mucho. Un Europeo en Portugal va a ser muy difícil y ganarlo sería una buena manera de empezar en el Oliveirense. Los portugueses iban a estar algo enfadados, pero seguro que lo entenderían.

-¿Sigue Ricardo Barreiros?

-Sí. Me ayudó muchísimo a decidirme. Es un profesional de arriba a abajo. Tengo muchas ganas de volver a juntarnos en una pista. Ganamos una CERS y dos Copas de Europa con el Liceo. No estuvo nada mal.

-¿Qué espera de esta nueva etapa en Portugal?

-Tengo mucha ilusión por conocer un país, gente y un hockey nuevos que me van a ayudar a seguir creciendo y a ser mejor jugador. Y es un reto a nivel personal cambiar de liga a otra que no conozco tanto, aunque ya me he puesto más al día. Me pondré de nuevo el mono de trabajo para poder seguir arriba y hacerme un nombre allí. Ya me conocen, pero que me conozcan de verdad.

-Con tantas salidas, ¿queda huérfana la OK Liga?

-No tiene por qué. Seguirá habiendo equipos buenos. Llegarán jugadores y habrá oportunidades para otros. Se verá con el tiempo, pero está el Barça que siempre estará ahí, y el Liceo y el Reus se han reforzado bien. Los equipos españoles son buenos tácticamente y eso les hará seguir en la lucha por todos los títulos.