El partido de los hermanos, el que había dado que hablar porque Albania y Suiza contaban con dos en sus filas y numerosos jugadores con nacionalidades entrelazadas, acabó con un triunfo helvético por la mínima gracias a la generosidad fraternal de los albaneses que colmaron de regalos a sus rivales.

El primero a los cinco minutos, cuando una desastrosa salida del meta Berisha en un lanzamiento a balón parado de los suizos permitió a Schar poner a su equipo por delante en el marcador en un buen cabezazo.

Por si fuera poco con que Albania, una selección construida por el italiano Giovanni de Biasi con una clara vocación defensiva, se viera obligada a atacar, a los 37 minutos el capitán Loick Cana resbaló en un contragolpe helvético y se vio obligado a desviar el balón con la mano. Segunda amarilla.

Pese a tanta generosidad, Suiza no supo matar el partido y Albania dispuso de varias buenas ocasiones para sorprender a los helvéticos, que solo evitaron el empate gracias a las buenas intervenciones de Sommer.

La Nati, que había dominado con dificultades hasta la expulsión, se dio tras ella un festín de ocasiones que permitieron a Berisha demostrar que no es un portero tan malo como pareció en el gol, y a Suiza darse cuenta de que si no afina la puntería no encontrará tanta generosidad en el resto del torneo.