Si se hace caso de quienes en estos últimos tiempo le persiguieron con sus abucheos por la geografía española, Piqué no debería estar en la selección española. Como, por suerte, permanece en ella, ayer contribuyó de forma decisiva al triunfo de España sobre Suecia, no solo jugando con acierto en su puesto de central sino también, y sobre todo, demostrando que es una posible solución como rematador, aventura que, desde que ha recuperado su mejor condición física, parece tentarle cada vez más. Su gol de ayer hizo inmejorable el centro de Iniesta, quien una vez más, y por mucho que el tiempo apremiara, se resistió a rifar el balón y lo aguantó hasta el momento adecuado. Fue Piqué quien se lo indicó al ganar la posición a la defensa checa con un gran salto que la dejó a su espalda. El catalán ya estaba empezando a bajar cuando le llegó el balón, lo que le hubiera impedido rematar con fuerza. Pero estaba tan cerca de la portería que le bastó desviar ligeramente el balón para dejar sin opciones a Cech. Luego corrió en dirección a la grada de fondo para celebrarlo, con un gesto muy serio, que quizá reprimió la tentación de algún desahogo. Mejor así.