El Comité de Disciplina de la UEFA multó ayer con 100.000 euros a Croacia por los incidentes causados por sus ultras en el partido de la Eurocopa contra la República Checa del pasado viernes, al tiempo que condicionará la venta de entradas a sus aficionados radicales a que no haya nuevos altercados.

El organismo se mostró más magnánimo con los croatas de lo que la semana pasada había sido con Rusia, a quien amenazó de exclusión de la competición en caso de reincidencia tras los disturbios causados en el estadio Velódromo de Marsella tras el partido contra Inglaterra del pasado día 11.

A diferencia de los rusos, los ultras croatas no protagonizaron en Saint-Etienne enfrentamientos con la afición rival, aunque lanzaron bengalas al campo, lo que obligó al árbitro a suspender el partido durante unos minutos.

Las peleas entre ultras croatas, el lanzamiento de bengalas y otro material al campo, como un petardo que aturdió a uno de los responsables de seguridad, y su comportamiento racista, han motivado la sanción, aunque es menos dura que la impuesta a Rusia.

Entonces, la multa fue de 150.000 euros y la amenaza llegaba hasta la expulsión de la competición.

Con Croacia no van tan lejos, pero sí que condicionan la autorización de vender entradas a sus aficionados más radicales, que sean identificados como tales por la propia federación y las autoridades croatas. Esas entradas ya han sido vendidas para el partido de esta noche contra la selección española, en el que se jugarán el primer puesto del grupo D. En el caso de que vuelvan a producirse comportamientos inadecuados en la grada croata, la limitación de venta de entradas se aplicará para los siguientes duelos.