El capitán de la selección islandesa lleva el pecho y los brazos cubiertos de tatuajes vikingos. Tiene 27 años y hasta los 15 jugaba al balonmano, el deporte nacional de su país. Se llama Aron Einar Malmquist Gunnarsson y custodia el armas secreta de Islandia: los saques de banda.

"La utilizamos desde hace mucho tiempo y la trabajamos mucho en el entrenamiento (...). Es nuestra arma y seguiremos usándola", comenta Gunnarsson desde detrás de una frondosa barba nórdica.

El seleccionador de Inglaterra, Roy Hodgson, era consciente del peculiar peligro que Islandia es capaz de crear con los saques de banda. Con uno de esos proyectiles lograron la clasificación a octavos y, con otro, apearon antes a Austria. "Hay que estar un poco ciego para no darse cuenta de que Gunnarsson es un arma para ellos. Somos conscientes y nos preparamos para ello", dijo antes del duelo el técnico inglés.

Y, aún así, uno de sus misiles desde la banda inició la jugada del empate ante los ingleses. Después llegó el 2-1 con un disparo de Sigthorsson ajustado al palo. Y luego, la apoteosis vikinga. Se calcula que más de 10.000 personas celebraron en la clasificación de los islandeses en Reikiavik. Una explosión de felicidad para un diminuto país que no llega a los 330.000 habitantes y que nunca antes había disputado la fase final de una Eurocopa.

"La peor derrota de nuestra historia. Inglaterra derrotada por un país que tiene más volcanes que jugadores profesionales. Hemos jugado contra Islandia", escribió en twitter el exfutbolista inglés Gary Lineker, con 80 partidos como internacional a sus espaldas y casi 100.000 internautas compartiendo su lapidario mensaje.

La técnica del letal saque de banda de los islandeses emana del balonmano, deporte en el que se forjó Gunnarsson, del que come su hermano Arnor, profesional en el club alemán Bergischer, y que le valió a su país una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Perdieron aquella final precisamente contra Francia, su rival el próximo domingo en en cuartos de final.

"Se pueden tener los brazos dos veces más grandes que los míos y no cambiaría nada. Todo depende de la manera en que lanzas, no de la fuerza con la que lo haces", explica el jugador del Cardiff City.

Gunnarsson es la referencia de un equipo desperdigado por clubes menores de Europa (siete jugadores juegan en Suecia, tres en Noruega, dos en Gales y dos en Italia), que se apoya en el liderazgo del veterano Eidur Gudjohnsen, de 38 años y exjugador del Barcelona.

Como Gunnarsson, gran parte de los islandeses forman parte de la generación de 1989 y han crecido jugando juntos en las categorías inferiores desde los 17 años. Conforman una pandilla de amigos que compensa su falta de exquisitez técnica con una precisión táctica y organización defensiva encomiable.

Los 23 vikingos tienen ahora la posibilidad de eliminar a Francia de su propia Eurocopa y, de paso, dejar en evidencia al portugués Cristiano Ronaldo, quien tras no pasar del empate ante ellos en la fase de grupos aseguró que no llegarían "lejos" en el torneo pues tenían "una mentalidad pequeña".

Gunnarson, cansado de la polémica mediática, prefiere paladear los días en los que muchos europeos se sienten un poco islandeses. "Al mundo le gustan las cenicientas, y es especial sentirse parte de ello", resume.