Como en el siglo IX, hace más de mil años, la afición islandesa, esta vez de forma pacífica, volvió a asaltar París para apoyar a su selección y convertir a la capital francesa en un reducto vikingo. El aullido vikingo fue un mantra casi continúo en un trayecto de apenas 15 minutos entre París y Saint Dennis. Sin derramar lágrimas, orgullosos como vinieron aunque dolidos por el marcador, Islandia se va de la Eurocopa tras llegar a cuartos de final, toda una gesta con la que nadie contaba antes del comienzo de esta competición, histórica para Islandia.