Portugal, que actuará como equipo local en casa ajena, y Francia, visitante en la propia, disputarán esta noche en Saint Denis la final de la decimoquinta edición de la Eurocopa; una final en la que los galos persiguen un tercer título con el que igualar en el palmarés a España y Alemania, y los lusos conseguir su primera corona y olvidar la decepción de la derrota sufrida en 2004 ante Grecia cuando actuaba como anfitrión. Una final con un nombre propio por cada bando -Cristiano Ronaldo y Antoine Grizmann- y una final, también, que supondrá un cambio de ciclo en el fútbol continental tras el dominio ejercido por España, campeona de las dos anteriores ediciones.

Un duelo de alta velocidad y de contragolpe, lejos de los cánones del "tiquitaca" de la roja, y al que ambos equipos llegan en su mejor momentos respaldados por sus convincentes triunfos en las semifinales frente a Gales y Alemania.

Portugal recuperó a Cristiano Ronaldo en el mejor momento. A falta de juego y goles, del delantero madridista se destacaba su condición de líder del grupo, la personalidad que había imprimido al brazalete que porta, pero contra Gales regresó el Ronaldo decisivo, con un magnífico gol de cabeza y una asistencia a Nani en el segundo. La mejor noticia, porque vuelve a intimidar.

Y el capitán luso sabe que está ante su gran ocasión, la oportunidad de completar su palmarés con un título con su selección que acarree además el Balón de Oro solo días después de que Leo Messi haya renegado de la albiceleste argentina tras perder ante Chile la Copa América.

Fernando Santos, el entrenador luso, recupera en el centro del campo a Williams Carvalho, ausente de la semifinal por lesión, y, casi seguro a Pepe en el centro de la defensa tras no poder participar contra Gales por lesión.

Esa es la gran noticia para el técnico portugués, porque el madridista se ha convertido en un jugador indispensable, tanto por el carácter que aporta al equipo como por su estado de forma. Fue el mejor de su equipo en el partido de cuartos frente a Polonia.

Francia, por su parte, jugó contra Alemania el que, quizá, haya sido el mejor encuentro del torneo. Supo sobrevivir cuando los campeones del mundo impusieron su ritmo y, favorecido por el inocente penalti de Schweinsteiger, aprovechó el momento dulce de Griezmann para sellar su presencia en su tercera final. Y final que juega, final que gana: 2-0 a España en 1984 y 2-1 ante Italia en la del año 2000.

Didier Deschamps, su técnico, parece haber encontrado el sistema ideal. Junto al buen momento de forma de Lloris en la meta, la entrada en el centro de la zaga del nuevo fichaje barcelonista Samuel Umtiti ha dado consistencia a su defensa; mientras que tiene un centro del campo de auténticos coraceros atléticos liderados por Pogba.

Pero sobre todo tiene a Griezmann, por el momento es el hombre del torneo. No solo es el máximo goleador (6 tantos), sino que con su aportación a la hora de crear espacios, su apoyo al centro del campo y su juego de contragolpe se ha convertido en el referente francés. Tanto como lo es en el Atlético de Madrid de Simeone, al punto de que Francia se ha convertido en un clon futbolísticos del conjunto del Manzanares.

Pero Francia tendrá presumiblemente que asumir ante Portugal un mayor control del balón que el que cedió ante Alemania en semifinales, y ello puede llevarla a perder frescura en ataque. Portugal, por contra, no se saldrá del guión trazado desde el inicio de la Eurocopa; un plan que estuvo a punto de dejarla fuera en la fase previa pero que le ha llevado hasta la final: el orden por encima de todo; con cuatro defensas que no pierden la posición, cuatro centrocampistas de recorrido largo, larguísimo en el caso del joven Renato Sanches, y la contundencia de Cristiano.