Cercado por una valla de metal y vigilado por militares con fusiles. El laboratorio responsable de los análisis antidopaje en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro montó un fuerte esquema de seguridad para que sea "imposible" un intento de ocultar positivos de atletas.

"El mayor desafío del laboratorio hoy no es tecnológico ni técnico", dijo su director Francisco Radler en entrevista con Reuters. "Tiene que demostrar que aquí será imposible que suceda algo como lo que ocurrió en Rusia", afirmó.

Una valla de metal marca un perímetro de más de 100 metros desde el mismo edificio. Unas 200 cámaras vigilaban el laboratorio y el viernes, guardias inspeccionaron hasta los maleteros de los automóviles de empleados que pasaban por los controles de seguridad.

Además de un mayor número de muestras, Radler dijo que el laboratorio debe lidiar con los intentos de atletas y entrenadores que buscan eludir la detección de sustancias que mejoran el rendimiento. Más allá de los esteroides y otras sustancias conocidas, los nuevos desafíos incluyen el uso de proteínas que hacen que el cuerpo genere hormonas de crecimiento. Los científicos también están estudiando el llamado dopaje de genes, en el que un atleta puede, en teoría, usar un virus u otro agente para generar un cambio genético que mejoraría el desempeño.

"La tendencia es siempre que los atletas busquen técnicas para las cuales los laboratorios no están aún completamente preparados", dijo Radler, que señaló que no está claro si algunas técnicas, como el dopaje de genes, han sido utilizadas con éxito.