"El podio es el objetivo, claro. Sé que es muy complicado, que este es un deporte muy difícil, pero sé que si me encuentro cómodo y tengo mi tiro, puedo llegar a conseguir una medalla, incluso de oro", apunta Miguel Alvariño con sus 22 años cargados de esperanza, pero también de descaro.

Su caso merece una novela. Un talento en un deporte tan especial como el tiro con arco salido de Pena de Eiriz, un pueblo con apenas tres decenas de habitantes y que sintió la llamada de este deporte cuando Manuel Buitrón, su entrenador, buscaba talentos para el Sílex, su club de As Pontes. Alvariño aparcó sus sueños de futbolista y abrió los del arquero.

Nunca ha querido apartarse de su entorno, de su casa, de las viejas instalaciones de su club de toda la vida. Cuando su talento comenzó a despuntar, Alvariño permaneció fiel a su gente, a su medio de vida. El Centro de Alto Rendimiento de Madrid le garantizaba mejores medios, pero no la felicidad. Y él eligió felicidad. Su evidente talento y el instinto compensó la falta de medios.

Cualquiera que visite las instalaciones del Sílex y conozca la precariedad con la que trabaja le resultaría imposible entender que allí se pueda esconder uno de los aspirantes a ganar la medalla de oro en Río de Janeiro. "No trabajo al dictado, prefiero hacerlo de forma natural. Sé que en el CAR de Madrid tienen un plan especifico de entrenamiento, igual tiran 70 flechas a cien metros, 350 a 70, 50 a 50. Yo no. Yo voy en función de cómo me vea. Cada uno tiene que estar donde nació y donde se siente más cómodo" sentencia cargado de razón.

Metido en la previa de los Juegos sus horarios han cambiado de forma radical para centrarse ya en el programa final de su preparación, pero en invierno su programa siempre es el mismo. Llega todas las mañanas al club, próximo al campo de fútbol de O Poboado (hogar del Somozas) a las 08.30 de la mañana. Se marcha a comer sobre las 13.30 y de 15 a 16.30 va al gimnasio. Luego regresa al club hasta las 18. Terminado el entrenamiento, coge el coche para ir a Ferrol donde estudia electromecánica. "Termino las clases a las 22.30, para cuando llego a casa ya son las 11 de la noche. Ceno algo y a la cama", explica con sencillez.

Sin apenas ayudas (una pequeña beca es todo lo que recibe) corre con casi todos los gastos. El material, el psicólogo (fundamental) y los desplazamientos. Otra vez la duda de por qué no echa mano de Madrid y de los medios que el CSD le pondría a su disposición: "La psicología es muy importante en este deporte. Si estás fuerte, aguantas los nervios y eso te hace ganar muchos puntos. A mí si me sacan de aquí, de mi familia, novia y ambiente, dejaré de ser tan fuerte. La ventaja del CAR es poder entrenarme en una sala cubierta con 22 grados. Yo aquí, en invierno, me muero de frío. Si llueve, voy con el barro hasta los tobillos, pero prefiero estar aquí". Aunque es consciente de lo limitado que es su deporte y avisa de que si no ve salida lo dejará el próximo año.

Por la cercanía de los Juegos, Alvariño trata de entrenar "más calidad que cantidad", con la intención de "sobre todo, despejar la cabeza" y así quitarse presión para cuando el mañana llegue la ronda clasificatoria en el Sambódromo de Marqués de Sapucai, sede del tiro con arco olímpico.

"¿Qué me gustaría conseguir? Los dos oros, el de equipos y el individual", apostilla el arquero cuando se le pregunta por una "porra" para la competición, a la vez que apunta que "obviamente intervienen muchos factores", pues si se nota cómodo "puede salir perfecto" o puede "pasar de todo", algo que tiene "asumido".

Ahonda el de As Pontes en que en el tiro con arco "puede ocurrir de todo", al contrario de lo que le hubiera pasado con Javi Gómez Noya que, "por muy mal que lo hubiese hecho, no hubiese quedado por debajo del décimo puesto", mientras en su deporte "empiezas la primera eliminatoria un poco despistado y ya te meten el agua en casa con un 6-0".

Aunque ahora lanzando flechas, en lo que se refiere a las sensaciones, no se encuentra en su mejor momento, ya que le falta "esa pequeña motivación de estar allí, sentir la presión de los Juegos", el gallego señala que en el apartado físico y psicológico está "muy bien".

Antonio Fernández y Juan Ignacio Rodríguez completan el equipo olímpico español de tiro con arco, en el que Alvariño ha sobresalido en los últimos dos años como el arquero con los mejores resultados, gracias, entro otros logros, al oro individual de los Juegos Europeos de Bakú y a haber sido campeón de la final de la Copa del Mundo en México DF.

El arquero considera un arma de doble filo no trabajar con ellos en la Blume madrileña porque "al lado de otros olímpicos te motivas, te picas y te obligas a entrenar más que ellos", aunque argumenta que en la soledad nadie cuestiona que entrenando rinda "bastante peor" que en la competición, hábitat en el que se siente "más cómodo" y hace muchos más puntos.