Había dudas sobre quién iba a ser la reina de los Juegos Olímpicos pero estas se disiparon. Por un lado porque Katie Ledecky ganó su cuarto oro al imponerse en la final de 800 libres con nuevo récord del mundo. Y por otro, porque Katinka Hosszu, contra todo pronóstico, cedió en la llegada de los 200 espalda ante la estadounidense Maya Dirado. Sus tres títulos en Río no pueden hacer sombra a los cuatro de la norteamericana (200, 400, 800 y 4x200 libres) y una plata (4x100 libres).

De nuevo, Ledecky sacó el rodillo a la piscina para nadar su prueba de fondo. En 400 adelantó a la línea del récord del mundo por todo un cuerpo y lo acabó mejorando por dos segundos. Calcó la hazaña en el 800 con un tiempo de 8.04.79, 1.89 menos que la plusmarca que ella mismo poseía. Lo que antaño parecía una utopía empieza a hacerse realidad: una mujer acercándose a la barrera de los ocho minutos. Si alguien puede conseguirlo, esa es ella. Le siguieron la británica Jazmin Carlin y la húngara Boglarka Kapas, que privaron del podio a Mireia Belmonte, cuarta.

La magiar Katinka Hosszu, por su parte, no resistió el ataque final de Dirado, que con 23 años acaba de renunciar su retirada y lo hará con dos oros en Río (200 espalda y 4x200 libres), una plata (400 estilos) y un bronce (200 estilos).