Mo Farah gana como quiere. El británica renovó su título de campeón olímpico de los 10.000 metros tras engullir de nuevo a la desorganizada legión africana que trataba de hacerle frente. La escena fue similar a la vivida hace cuatro años en el estadio de Stratford en Londres y la sensación de poderío, muy similar. Desde que fue superado por el etíope Ibrahim Jeilan en los Mundiales de Daegu 2011, Mo Farah ha ganado todos los grandes campeonatos en los que ha participado, ya sean olímpicos, mundiales o europeos. Cinco años sin perder en los grandes compromisos, sin fallar cuando se le exige.

La carrera pareció una obra teatral que tenía por objetivo ensalzar la figura del atleta británico. Las primeras vueltas las dio Farah en la cola del estirado grupo. A casi cincuenta metros de la cabeza. Parecía que en vez de estar en una final olímpica estaba dando un paseo por el parque. Miraba a los lados, observaba la grada, era como si quisiese dejar clara la sensación de control y de seguridad en sus posibilidad. Un mensaje algo arrogante dirigido al mundo, pero sobre todo a sus rivales. Cuando se cansó del teatrillo, aceleró ligeramente y en media vuelta ya se había situado junto a los primeros clasificados. Pero no fue el único detalle relevante de la final. Cuando se llevaban cuatro kilómetros, un tropezón con el americano Galen Rupp -amigo y compañero de entrenamientos en Estados Unidos a las órdenes de Alberto Salazar- llevó a Farah al suelo. Dio un par de vueltas por el suelo, se puso en pie como una liebre y arrancó de nuevo en busca de kenianos y etíopes que estaban al frente de la prueba. Todo con una facilidad sorprendente.

Para los kenianos, humillados una y otra vez por Farah en una prueba que hasta no hace mucho consideraban "suya", la final olímpica constituía un nuevo desafío.

La escuadra keniana era la misma que en Pekín. Kamworor tenía a su lado a Paul Tanui y a Bedan Karoki, que sobre el papel estaban destinados al sacrificio, tirando del grupo para castigar a Farah en aras de un remate del campeón mundial de cross.

Los etíopes aportaban tres atletas de primer orden: el primero (Yigrem Demelash, 26:51.11), el cuarto (Tamirat Tola) y el quinto (Abadi Hadis) de un ranking mundial en el que Farah era segundo con 26:53.71.

La armada keniana irrumpió en cabeza a partir del quinto km, a 11 giros del final, y Muchiri lanzó el primer ataque serio en el sexto. Farah se pegó al trío keniano, la escena más repetida en los últimos tiempos, y cuando le dejaron pasar delante unos segundos, Demelash y Tola volvieron a la carga para aligerar el paquete delantero.

Del trío keniano sólo quedó Tanui. Farah se permitió tomar la cabeza a 3 vueltas, en un quinteto con Tanui, Demelash, Tola y s Galen Rupp. Tanui tiró con fuerza en el último giro pero Mo se pegó a sus talones y en la última curva aceleró para vencer la resistencia del keniano. Sus piernas siempre serán más rápidas que las de los grandes especialistas en el 10.000. En estas carreras le vale con el ataque en el último 200 mientras que en el 5.000 (prueba en la que también tratará de ser campeón olímpico como hizo en Londres) debe adelantar el procedimiento ejecutor. El británico venció con un apreciable tiempo de 27:05.17, seguido del encomiable Paul Tanui y de Tamirat Tola. La mitad de su tarea ya está hecha. Esta semana comenzará las eliminatorias del 5.000 para confirmarse como uno de los protagonistas del estadio de atletismo como ya lo fue en los Juegos de Londres donde el estadio de la capital inglesa enloqueció con sus victorias.