Carnaval, samba y forró. Río eligió la fórmula del éxito seguro, y lo que mejor sabe hacer, para despedir los Juegos Olímpicos de 2016 con una emotiva ceremonia que puso a bailar al legendario Maracaná pese a la lluvia.

La ceremonia se convirtió también en un homenaje a los deportistas olímpicos, a los voluntarios y a Brasil, que ha sacado adelante los primeros Juegos de Suramérica lastrado por una crisis económica y una división política sin precedentes en décadas.

"Felicidades Brasil, te queremos", dijo el presidente del COI, Thomas Bach, al declarar concluidos unos Juegos que "fueron una celebración de la diversidad de los valores olímpicos".

La ceremonia apeló a la pasión del brasileño por la música y a dos de los tópicos de Río: el carnaval y la samba, una combinación de éxito garantizado y que, no por conocida de sobra en todo el mundo, deja de provocar admiración.

El desfile de la comparsa Cordao da Bola Preta, la más popular del carnaval de Río, levantó al Maracaná, con capacidad para 70.000 personas, y lo puso a bailar en un fiesta impresionante.

Por el campo desfilaron también las 207 delegaciones olímpicas en una procesión informal que poco tuvo que ver con los paseos tradicionales. Una fiesta que ha requerido de 3.000 voluntarios y 300 bailarines y que le ha permitido a Brasil cerrar los Juegos con el sabor dulce de la victoria en el mismo escenario que anoche mismo celebraba el triunfo de la selección de fútbol frente al combinado alemán.

Río le cedió el testigo a Tokio, que en su presentación utilizó a uno de los personajes más emblemáticos de Japón, Mario Bros, el fontanero más famoso del mundo, para traer en un viaje virtual al primer ministro japonés y presentar sus Juegos 2020. El país nipón entra en la fase decisiva de su puesta a punto para la gran cita, y lo hace con una ilusión y un espíritu olímpico renovados después de que sus atletas cuajaran una brillante actuación en Brasil, donde lograron 12 oros, muy cerca del objetivo (14) que se marcó el país.

Tras la ceremonia de clausura, a la que asistieron el primer ministro nipón, Shinzo Abe, y la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, entre otras autoridades, la bandera olímpica llegará a Tokio mañana, en un acto simbólico en el que Río cederá el testigo a la metrópolis nipona.