El inicio de la era Lopetegui devolvió la ilusión a la selección española, en un esperanzador primer capítulo con la misma base de jugadores y un estilo levemente retocado, que se impuso con claridad a una decepcionante Bélgica gracias a un doblete de David Silva (0-2).

España y Bélgica, dos de las selecciones con mejor gusto futbolístico del planeta, comenzaron una nueva etapa con dos seleccionadores cuya dimensión creció alejados de su país de nacimiento. Julen Lopetegui y Roberto Martínez buscarán imponer el concepto equipo al alto nivel individual del que disponen.

El primer capítulo de ambos tras el disgusto de la Eurocopa apenas mostró cambios. La revolución de Lopetegui no afectó a un once repleto de jugadores que ya contaban con la confianza de Vicente del Bosque.

Como novedades respecto a los que estuvieron en la cita en Francia, Carvajal y Vitolo en la banda derecha. Y en el once más protagonismo para Thiago, el nuevo jefe español en el campo, y plena confianza en Koke.

Son futbolistas que triunfaron con Lopetegui en sus inicios en las categorías inferiores. Los que ahora deben ilusionar con recuperar años de gloria de la roja. El inicio de partido no fue alentador para España.

Con posesión pero sin profundidad, ante una Bélgica vertical que por momentos amenazó con ponerse el disfraz de Italia y hacer daño al contraataque.

España plasmó en unos minutos los mismos problemas en el balance defensivo del fatídico día en París. Los belgas se lanzaban en velocidad al ataque cuando recuperaban el balón, con líneas tan adelantadas de la roja que quedaban al descubierto carencias en el repliegue.

La primera llegada supuso un susto para De Gea. Se le escapó el balón de los guantes tras un centro lateral y provocó el disparo de Witsel desde la frontal de área.

Le faltaba imaginación a España mientras se maduraba el partido. Morata lanzó alguna carrera contra el mundo y en la pelea cayó lesionado. Un percance muscular le hizo retirarse en el minuto 23. El regreso de Diego Costa cambió de un plumazo la cara a España. Obcecado en triunfar con la roja, entró dispuesto a comerse el mundo, a encajar al fin en un equipo que nunca le encontró acomodo.

En su primer balón, un gran detalle técnico, en una contra bien llevada. Cada vez que entró en contacto con el balón se intuyó peligro y Bélgica lo acusó. Fue cuando aparecieron los galones de Thiago, los pases entre líneas y la profundidad de Vitolo.

De su acción nació el primer gol. Silva, el centrocampista más goleador de la anterior época, recogió el balón en el punto de penalti y fusiló a la red. Fue el primer tanto de la era Lopetegui.

La ventaja en el marcador instaló la comodidad en España. Ya no volvió a sufrir en el resto del partido. Segura con el balón, buscó siempre goles. Ansia de agradar con un fútbol que recuperó nivel. El toque se alternaba con el balón largo. El centro del campo era la clave. Koke conectaba con todos mientras que Costa seguía su particular lucha por marcar y hasta se le acababa el campo buscando el mejor disparo. Los laterales aparecían en ataque y Bélgica pedía a gritos el descanso.

Hubo aspectos del primer acto que no convencieron a Lopetegui. Los corrigió para evitar la reacción en el regreso al verde de Bélgica. Apareció la presión alta y España encerró a su rival. Courtois salvaba a su selección con la intervención de la noche tras una falta medida de Koke y un testarazo en plancha de Piqué. Eran minutos de disfrute español.

Vitolo volvía a aparecer para hacer daño a Jordan Lukaku, que se comía el recorte y cometía un claro penalti. La responsabilidad recayó sobre Silva, con Ramos en la lejanía viendo cómo engañaba con el cuerpo y materializaba el segundo. Un triunfo que devuelve la ilusión.