La totalidad del pescado estaba vendido en el Gran Premio de Italia, con otro doblete espectacular de Mercedes, el cuarto de una temporada en la que sus pilotos suman trece victorias de catorce posibles, cuando el que parecía enésimo problema en el McLaren-Honda de Fernando Alonso terminaba otorgando su momento de gloria al piloto asturiano.

El bicampeón del mundo, que había ganado tres plazas entre la salida y la primera vuelta para colocarse noveno, había enterrado sus opciones de repetir en los puntos como una semana antes en Bélgica al fallar el semáforo de su garaje cuando entró a realizar el primer cambio de neumáticos; unos neumáticos que, además, le salieron defectuosos y le obligaron a adelantar el segundo cambio. Pues estaba Alonso en esas, decimotercero a tres vueltas del final y riéndose de los mensajes que su ingeniero le enviaba por radio tras haberse visto superado por su compañero Jenson Button, cuando reclamaban de nuevo su presencia en el garaje para efectuarle un tercer e inesperado cambio de neumáticos mientras los Mercedes evidenciaban en pista que la táctica ganadora era la de hacer sólo una.

Supo entonces Alonso hacer de la obligación virtud. Querían en McLaren-Honda que forzara al máximo con los neumáticos superblandos a estrenar y ligerito de peso al tener el depósito de la gasolina en mínimos, y el ovetense respondió al reto con un giro a tope que le valía para conseguir la vuelta rápida en carrera y hacerse un hueco, pequeñito y sin mayor premio que el de la satisfacción personal, en la fiesta de Mercedes. Lo importante, ya se sabe, es que hablen de uno...

Al margen esta vuelta rápida de Alonso la carrera una vez más giró en torno a Mercedes, pues los Ferrari tampoco pudieron en su casa hacer sombra a la escudería germana. Si hace una semana en Spa la victoria era para el alemán Nico Rosberg y el protagonismo para el británico Lewis Hamilton por su grandiosa remontada desde la última plaza de la parrilla, a la que había ido a parar por culpa de una sanción, en Monza repetía ayer Rosberg victoria aprovechando que su compañero se dormía en la salida y pasaba de estar al frente del grupo a verse sexto en la primera curva. Pero entre la potencia del motor, la buena aerodinámica de la flecha de plata y la acertada gestión de los neumáticos, con un único cambio, no tuvo problema alguno el todavía líder del campeonato para finalizar segundo por detrás de un Rosberg que ganó... a lo Rosberg: con una carrera sin estridencias, abriendo hueco muy pronto respecto a sus rivales a ritmo de vueltas rápidas consecutivas y tomando los pianos con guante de seda para evitar posibles problemas.

La victoria del piloto alemán, séptima de la temporada por las seis que suma Hamilton, sirve de paso para reavivar el fuego del campeonato cuando el Mundial se despide de Europa. Restan siete carreras y 175 puntos por disputarse -Singapur, Malasia, Japón, Estados Unidos, México, Brasil y Abu Dhabi- y Rosberg se ha situado a solamente dos puntos de Hamilton (250 por 248) tras haberle recortado 17 en las dos últimas carreras.

Esa batalla entre los Mercedes, que al principio de temporada era claramente favorable a Rosberg, que Hamilton parecía tener totalmente inclinada a su favor antes de las vacaciones de agosto y que ahora está en un pañuelo, es lo único que anima el campeonato. Eso... y la novedosa posibilidad de que a Fernando Alonso le llamen a última hora al garaje para lograr su minuto de gloria a ritmo de vuelta rápida. El otro español, Carlos Sainz, finalizó en la decimoquinta posición.