Dos partidos sin ganar y aparecen los problemas. Así de cruel es el Madrid, en donde nada vale sino la victoria. De la posibilidad de hacer historia como nadie, por establecer el récord de triunfos seguidos en la Liga, a la postre frustrado por el Villarreal, el equipo blanco ha pasado a la certeza de que no convence porque defraudó tanto frente a los castellonenses como ante Las Palmas. El crédito del que disponía Zidane, sobre todo por imponerse en la Liga de Campeones, se ha visto seriamente comprometido en sólo cuatro días.

Por si fuese poco, el entrenador del Madrid ha abierto un frente inesperado pero que alguna vez tenía que estallar. Zidane iba por el banquillo del Madrid como si de Ancelotti se tratase, es decir cuidando a los jugadores, teniendo bien claro quiénes son los imprescindibles y quiénes los que se conforman con minutos. Hasta que tocó a Cristiano Ronaldo. El portugués salió del estadio de Gran Canaria echando chispas al ser sustituido sin que mediase lesión. Zidane trató de arreglarlo diciendo que pensaba en el partido de Liga de Campeones, mañana, ante el Dortmund, pero parece mentira para él, precisamente por tratarse de un buen "gestor", que no se haya dado cuenta de que no hay compromisos que valgan con el portugués.

Cristiano Ronaldo es de los quiere jugar todos los partidos y cada minuto de ellos porque él se ve como el mejor. Por su actitud es evidente que no dispone ni de un gramo de autocrítica. Sin embargo, no es el que era. Seguirá marcando goles, es indudable, pero ya no tiene el empuje y la capacidad demoledora que caracterizaron sus mejores años.

Un ejemplo de cómo se ve Cristiano Ronaldo a sí mismo es que no para de decir que esta temporada es la mejor de su vida futbolística, por haber ganado la Liga de Campeones y el Campeonato de Europa de selecciones. Pero ¿fue en verdad decisivo en alguno de esos títulos? ¿dejó huella de las que no se olvida en esas competiciones? Ni mucho menos. Por ejemplo, en la final europea de equipos nacionales si por algo destacó fue por cómo animó desde la banda, después de resultar lesionado por el francés Payet. Portugal no necesitó a su gran figura mediática para sorprender al anfitrión. Y en el caso del partido con el Atlético de Madrid marcó el último penalti, pero después de hacer un partido tan anónimo como los que le caracterizan últimamente.

El éxito en la competición continental de clubes tuvo por otro lado un efecto adormecedor en el Madrid. Después de un nuevo fracaso en la Liga, el cuarto seguido, el presidente estaba preparado para hacer una barrida pero al final no se atrevió a efectuarla al dejarse llevar también por la euforia generada por la consecución del undécimo título europeo.

Ronaldo era uno de los "condenados". El Madrid quería buscarle una salida, consciente de que no iría a mejor, y el París Saint Germain estaba dispuesto a ser su nuevo empleador. Ahora Zidane se encuentra ante un conflicto de envergadura. Ya se ha dado cuenta de que no es lo mismo sustituir a Ronaldo que a James o a Isco. El francés siente la presión del portugués y del mismo modo que el equipo no aparece más que rodeado de incógnitas ahora también está por ver si el técnico será capaz de salir bien parado del trance que supone tener que lidiar con la inevitable decadencia del delantero. Y es que cuando uno mismo no se sabe marchar a tiempo hay que por lo menos saber vender en el momento justo. Otro debe en el balance de los gestores del Madrid.