Un gol en los últimos minutos del partido, marcado por Schurrle a tres del final, castigó la reacción del campeón de Europa, el Madrid, que sufrió en el primer tiempo tras el reencuentro con el gol de Cristiano, perdonó la sentencia en el segundo periodo y acabó cediendo dos puntos.

La vida no cambia para el Madrid en Alemania, donde sus visitas responden a un patrón asociado al sufrimiento. Salvo alguna noche aislada, como el recital en el Allianz Arena de las semifinales de Liga de Campeones ante el Bayer Múnich (0-4) el año de la décima, el equipo madridista se encuentra rivales con un fútbol físico y directo que le generan inestabilidad.

La decidió contrarrestar Zinedine Zidane con valentía. Llegaba de dos empates consecutivos en la Liga que rebajaban el estado de euforia. Lo fácil era reforzar el centro del campo, ante la ausencia de Casemiro, pero optó por un cambio de sistema para apostar por James. El 4-2-3-1 fue el dibujo elegido, con el colombiano a espaldas de Benzema y Bale más Cristiano en las bandas.

El duelo a intercambio de golpes lo planteaba el Dortmund, que rápido respondía para poner a prueba el estado de Keylor Navas. Regresaba tras meses sin jugar y se le vio sin tener tomada la medida a su portería. Inseguro en disparos que podría haber bloqueado y que le costaron caros.

El espíritu guerrero del Borussia impidió que se diera por vencido incluso con el 1-2. Alentado por una afición fiel y con la maldición alemana siempre preparada para reaparecer, el partido acabó en el área española. Le pasó ante Las Palmas y se repitió en Dortmund. Cuando el partido debía morir, Pulisic centró a Schurrle, que fusilaba arriba el empate definitivo.