Una buena película de acción tiene, obligatoriamente, un guión en el que se incluye a un malo que atemoriza, la intriga por esa situación y un héroe que salva a los buenos. Incluso un suspense de última hora, un giro dramático que puede estropear el feliz desenlace pero que se arregla con un acto maestro como broche final. Tal cual el Liceo-Noia de ayer. Porque los verdiblancos parecen abonados al sufrimiento en sus últimos partidos. Hace tres días, en Alcobendas, remontaron un 3-0 para acabar ganando por 5-6. Frente al conjunto de Sant Sadurní, les tocó volver a jugar a la heroica cuando el marcador reflejaba un 1-3. El Noia había sabido jugar sus cartas, con buenas defensas, un Xus Fernández impenetrable y gran acierto. Toni Pérez arregló la situación en 31 segundos. Medio minuto en el que marcó dos goles, uno de falta directa, e inició la reacción que llevaría hasta la victoria, no sin susto final, pues con el 4-3 los visitantes dispusieron de una directa que pudo haber roto el guión.

Y es que el Noia dio una lección de cómo aprovechar los recursos. También llegó a Riazor con la lección bien aprendida. Sabía que el Liceo se le echaría encima nada más empezar y que la clave estaría en aguantar ese arreón inicial. El palo ayudó a los del cava en la primera acción de peligro. En la segunda, a Henrique Magalhães le falló el remate tras una bella internada y en la tercera, a Toni Pérez le faltó un centímetro para pillar una bola muerta en el área. Para los visitantes era mucho más rentable esperar atrás y salir a la contra, estrategia de la que sacó provecho en el minuto 9 Humberto Mendes. El angoleño creó muchos problemas por su velocidad y potencia. Su cabalgada no tuvo oposición y su fuerte disparo sorprendió a Malián. Los jugadores verdiblancos miraban para abajo. No podía volver a estar pasando. Ya tenían que volver a remontar.

Lo que proponía el Noia solo tenía un problema. Parar a los delanteros del equipo coruñés no siempre es fácil, sobre todo sin faltas. Como el penalti del que Marc Coy se sirvió para empatar el duelo. Pero en las buenas películas de acción, nunca se encuentra la solución a la primera. Un minuto después, Jordi del Amor, con un disparo lejano, hacía el 1-2 con el que se llegó al descanso, no sin polémica, con un pique entre Magalhães y Esteller que le costó una azul a cada uno. Quedaban 25 minutos y los liceístas salieron a por todas. El asedio fue constante en el inicio del segundo acto. César lo intentó desde lejos. Lamas falló una directa (también Albesa acto seguido). Coy casi la pilla en el primer palo. El partido se convirtió en un correcalles demasiado pronto. También la tuvo Toni Pérez. En ese contexto, llegó el tercero visitante. Esteller no perdonó en una contra.

La reacción fue memorable. Había avisado el asturiano. Una la puede fallar. Dos no. La siguiente bola que cazó en el área fue para adentro. La azul a Rosa permitió que el 57 empatara el encuentro de directa. La balanza estaba ya nivelada, pero la inercia era clara. Se inclinaba cada vez más del lado de los locales. Pudo subir el cuarto en el minuto 38, con un fantasma de Halloween que sobrevivió a la noche y se alió con el Noia. El árbitro, rodeado por todo el equipo catalán dentro de la portería, determinó que la bola no había sobrepasado la línea. Toni Pérez tuvo una nueva oportunidad de directa por una azul a Esteller pero no acertó. El Liceo sí aprovechó los dos minutos en superioridad para hacer circular la bola hasta encontrar al mejor situado, un Coy que fusiló el 4-3. Después de todo el esfuerzo, este pudo ser en vano en un último minuto de infarto en el que Malián puso la guinda al parar un trallazo de Mendes y dejar seco a Albesa en una directa.