Un empate dejó en nada una jornada propicia para el Atlético, anulado por un impenetrable Espanyol y salvado por dos paradas formidables del portero Oblak, indispensable para el punto sumado por un conjunto rojiblanco sin respuestas, sin fútbol y sin apenas oportunidades en 90 minutos.

Un empate frustrante para el Atlético. No ganó ninguno de los tres equipos que le precedían en la tabla. Ni el Madrid ni el Barcelona, empatados en el Camp Nou, ni el Sevilla, doblegado en Granada. Tampoco el Villarreal, que igualó en Leganés. Pero tampoco lo hizo el equipo rojiblanco.

Mucho mérito tuvo el Espanyol. El despegue y la racha con la que se presentó en el Calderón, siete encuentros consecutivos sin derrota, responde a un equipo con mucho trabajo, tácticamente perfecto casi todo el choque, compacto en el repliegue, largo e intencionado a la contra, y casi inaccesible para el Atlético.