De las derrotas también se puede salir reforzado. El Liceo tenía una prueba exigente contra el Oliveirense. Testar su potencial ante, sin duda, uno de los mejores equipos del momento podía darle una medida de sus posibilidades. Además, la victoria significaría el liderato del grupo europeo y asegurarse prácticamente la clasificación para cuartos de final. Si bien el resultado fue de derrota, el conjunto portugués tuvo que esforzarse para doblegar a un Liceo muy mejorado en defensa, pero al que el trabajo atrás le costó parte de su habitual desparpajo en ataque. Perder nunca es del gusto de nadie. Pero hay mayor consuelo cuando uno se queda de pie. Y cuando la revancha está a la vuelta de la esquina.

El partido lo marcó Xavi Malián. Porque que un portero pueda ganar él solo un partido es casi imposible. Y él estuvo a punto de lanzar al Liceo al asalto de la cancha del Oliveirense gracias a sus paradas. Puso el candado y realizó un encuentro descomunal, pero finalmente el poderío portugués se impuso en la segunda parte. En la primera, después de que los verdiblancos se adelantaran con un gol fantasma de César Carballeira, había desquiciado una y otra vez a los locales, que no encontraban la manera de encontrarle el punto flaco al meta catalán. Respondía a cada genialidad de los jugadores lusos con otra todavía mayor. Tanto que los aficionados celebraron como una victoria la tarjeta azul que le mostraron los colegiados a cinco segundos para el descanso.

Álvaro Shehda le cubrió las espaldas. Aguantó la falta directa y los dos minutos en inferioridad para que Malián regresara a su hábitat. Siguió a su ritmo, pero del otro lado también había genio y figura. Como el de Ricardo Barreiros. El delantero internacional fue uno de los artífices de los títulos europeos liceístas y es el jugador que todo entrenador querría en su equipo. De los más completos. Uno de sus potentes disparos, especialidad de la casa, fue imparable. El empate podía servir a ambos, pero el Oliveirense se lanzó a por más. Pudo marcar de directa Pablo Cancela. También Toni Pérez. Y finalmente fue Pedro Moreira el que desde casi el centro de la pista decidió el duelo. La bola se le coló a Malián por debajo de las piernas. Irónico. Derrota cruel.