Se suele decir que hay trenes que solo pasan una vez en la vida. En el deporte, las paradas para subir son más frecuentes porque cada temporada supone una nueva oportunidad. Pero, solo a mitad de camino, al Liceo podría escapársele el que lleva al título de la OK Liga. Hoy cierra la primera vuelta en Barcelona (Palau Blaugrana, 20.05 horas) con la posibilidad de comprar un billete de último minuto. Llega tarde, con una desventaja de ocho puntos. Pero una victoria le reengancharía a la cabeza tirada por una locomotora azulgrana que le ha faltado fuelle en las últimas jornadas. Motivación para afrontar el que es el clásico del hockey sobre patines nacional sin pensar en el otro extremo de la vía: si pierde ya serían once puntos de desventaja. Una distancia insalvable incluso para el expreso coruñés.

La velocidad del Barcelona es vertiginosa aunque se ralentizó en diciembre. Iba a toda máquina, a ritmo de récord, con once victorias seguidas en el inicio de la OK Liga. Sus ruedas empezaron a fallar en la subida al Everest con el empate frente al Reus (6-6) y encallaron definitivamente en su visita a Vic (6-4). Y les costó volver a ponerse en acción para doblegar al Girona en la última jornada de 2016 (3-2). Eso le hace incluso más peligroso. Porque tiene que recuperar el terreno perdido y viaja con la mejor tripulación a bordo. Dos porteros de lujo y ocho jugadores con mayúsculas, aunque cabe destacar que seis de ellos tienen pasado verdiblanco: Eduard Lamas, Pablo Álvarez, Lucas Ordóñez, Matías Pascual, Marc Gual y Pau Bargalló.

El ritmo del Liceo es más inestable. Pilla velocidad, pero se ve frenado en seco por resultados inesperados. "Los chicos viajan con muchas ganas", confesaba ayer Carlos Gil, antes de ir a la Ciudad Condal. Los verdiblancos acumulan 29 puntos por los 37 de su rival de hoy. Obviamente, están más necesitados. Y eso también les hace peligrosos. Porque no les falta hambre ni calidad para lograr lo que se propongan. El empate contra el Vic de la última jornada fue una prueba. Paró a un tren que iba sin freno. Y ahora le toca subir el nivel de su reto. Subirse en marcha. Sin preguntar.