Ella, polaca de 34 años. Él, ferrolano de 46. Y juntos forman la pareja más indestructible de las aguas abiertas gallegas. Empiezan y terminan a la par todas las travesías en las que participan. Porque además del deporte les une el amor. Bogna Mazur y Mario Francisco se conocieron en A Coruña hace más de diez años y su relación les asentó en la ciudad, donde compaginan sus trabajos con la mayor de sus aficiones: la natación. Con la particularidad de que esta les ha llevado a hacerse un nombre conjunto. "¡Anda! Ahí llegan Mario y Bogna, a la vez. ¡Qué raro!", bromeaba el sábado pasado la speaker de la Travesía solidaria en favor de Agaela. Porque es una escena que se ha repetido una y mil veces desde que debutaron en este tipo de competiciones. Y seguirá haciéndolo: "Nos vemos como unos viejecitos que siguen haciendo travesías juntos".

"La primera que hicimos, fuimos cada uno por nuestro lado y llegamos juntos", explica Mario. "Coincidió", reconoce Bogna. Ahí se dieron cuenta de que sus ritmos eran parejos. "Pero ella nada mil veces mejor que yo. Es una máquina. Si tengo que decir quién ha tenido que esperar más veces por el otro, ha sido ella por mí, sin duda", alaba él a su compañera, que el sábado, por ejemplo, fue la mejor entre las chicas sin neopreno. Porque Mazur ya hacía natación de niña en su país natal, Polonia, aunque la dejó de lado en su etapa de estudiante. Después, al llegar a A Coruña y empezar su relación con Mario, ambos retomaron la piscina. "Nos gustaba a los dos y nos apuntamos a un grupo en Elviña. Incluso competimos en (la categoría) máster. Cuando este grupo se disolvió, nos fuimos al Liceo", comenta ella. "Llevamos cinco años y estamos muy contentos porque aunque Jesús (de la Fuente) nos hace sufrir, nos implica y se implica con nosotros aunque no seamos profesionales", añade Mario.

"Somos unos afortunados", coinciden. Cada uno aporta unas cualidades para un dúo de éxito. "La primera vez que hacíamos travesías teníamos un poco de miedo y hacerlas juntos nos ayudó. Y ahora, sobre todo en las largas, como Coruña 10.000, nos necesitamos. Yo no sé si sola sería capaz de hacerla. Verme tan sola en medio del mar... no creo que pudiera. Por eso a veces creo que llevamos ventaja", analiza Bogna. Y Mario le otorga a ella todos los méritos: "Es muy buena nadadora así que yo me despreocupo. Es ella la que se fija en el recorrido y la que lleva el ritmo. Porque casi nunca falla". Tanto, que este año sintió algo de pánico escénico cuando Bogna le dijo que no iba a participar en la travesía que rodea la ciudad. "La iba a hacer yo solo, pero tenía un poco de miedo. Cuando ella al final se apuntó también, la verdad es que sentí un enorme alivio", recuerda.

Su estrategia es muy sencilla. De salida a llegada, nadar uno al lado del otro. "A veces nos dicen que por qué no tiramos el uno del otro, es decir, haciendo relevos como en el ciclismo, ir turnándonos uno delante del otro, pero preferimos así, a la par", dice Mario. "Es raro, porque en las salidas de las travesías, con tanta gente, lo normal sería que nos perdiéramos de vista, pero nada, uno vigila al otro y nunca nos perdemos. A veces se mete algún nadador por el medio, pero al final siempre acabamos juntos", continúa Bogna. "Creo que nos miramos por debajo del agua y ya nos entendemos", responde su compañero de vida y deporte. Aunque después los laureles sean para ella. "Es la mujer que más veces ha participado en Coruña 10.000 y la ganó entre las no federadas", apunta orgulloso.

"Tenemos mucha suerte de compartir esta afición y pasar el tiempo juntos. El deporte nos ayudó en nuestra relación", sentencia ella. Para ambos, es un estilo de vida. "Es el momento que tenemos para relajarnos, para desconectar", reconoce Mario. "Y una forma para mantenernos en forma y con salud", dice Bogna. Mario pone un ejemplo: "En 2011 y 2012 nos pasamos el verano haciendo dos travesías por fin de semana". Incluso les acompaña en vacaciones: "Nos fuimos a Menorca y nos hicimos treinta mil metros esos días. Aprovechamos para hacer viajes en los que ir a nadar. Fuimos ya dos veces a Cadaqués, a Ibiza a hacer una travesía de once kilómetros", comenta Mario. Solo el atletismo los separa, porque sobre el asfalto él es más rápido y su turno para subir al podio. Como en la San Silvestre. Fue undécimo en la general, tercero entre los veteranos.