Cuando se marcan trece goles en un partido, si no lo has visto creerías que ha sido un espectáculo digno de entrar en los anales de la historia. Pero el 6-7 de ayer entre el Liceo y el Oliveirense responde justo a todo lo contrario. En un encuentro sin ritmo, plagado de errores en el centro de la pista y en el que las defensas hicieron aguas, los habilidosos delanteros de uno y otro equipo aprovecharon para exhibirse y engordar sin fin el marcador. Ganó el que estuvo más acertado, porque desafortunados estuvieron los dos. Por lo que el premio fue para el conjunto portugués. Ya clasificado para cuartos de final como primeros de grupo mientras que al Liceo le tocará jugárselo en los dos próximos partidos ante Breganze y La Vendéenne.

Los dos equipos comparten filosofía de ataque. Pero el Liceo había dado un paso adelante en defensa en el Palau que no demostró ayer. Y eso que no hubo los típicos minutos de tanteo sino advertencias serias. La hizo César Carballeira, con un disparo muy ajustado al palo, pero por fuera y un tiro al palo de Jordi Bargalló. El que se dejó de avisos fue Josep Lamas. El liceísta le rompió la cintura a João Souto con un quiebro, se adentró en el área y batió por bajo a Puigbí. La jugada perfecta. Pero no tardó en responderle el propio Souto, que no perdona una. 1-1 en el momento en el que el partido entró en una fase de errores mutuos y goles.

Carballeira se plantó solo delante de la meta y el portero le hizo penalti. Marc Coy fusiló. Pero se trataba de que los errores no superasen a los aciertos, mantener la cuenta lo más nivelada posible. Ahí falló el Liceo. Una contra tras un fallo defensivo propició el 2-2 de Pablo Cancela, que no titubeó en la ejecución. Entre Araujo y Barreiros fabricaron poco después el 2-3, obra del exliceísta. Y ambos fueron protagonistas de dos contras más antes del descanso. Aun así el Liceo pudo igualar. Magalhães no convirtió la directa por la azul a Araujo y tampoco aprovecharon los coruñeses los dos minutos en superioridad, demasiado obcecados con los tiros lejanos de Carballeira.

Demasiados riesgos. Demasiadas concesiones. Para la segunda parte el Liceo salió con la lección aprendida y dispuesto a darle al Oliveirense de su propia medicina. En menos de un minuto ya había remontado gracias a Magalhães y Toni Pérez. El marcador no hacía más que engordar, lo que sorprendía en un partido sin demasiado ritmo. Souto volvió a empatar -aunque la bola entró llorando- y los verdiblancos retomaron la delantera con una jugada par enmarcar: David Torres amagó el pase a la derecha para dejar solo en la izquierda a Magalhães, que asistió para que Lamas la empujara. Tres pases y un gol. No menos espectacular fue la ejecución de la directa de Pablo Cancela. Aplaudió su familia en la grada. El hijo pródigo siempre marca en su regreso a casa. Ni el sexto portugués, un lanzamiento en carrera, cruzado y por la escuadra, de Moreira. Ni la asistencia de Bargalló a Souto en el séptimo. Más de medio gol. O el que cerró el marcador de Josep Lamas, una obra de arte de la habilidad.