El Celta y el Alavés aplazaron la resolución de la semifinal de la Copa del Rey para el próximo miércoles en Mendizorroza, tras empatar sin en la ida en Balaídos.

Fue un partido con oportunidades claras para el equipo vigués, que creó peligro, sobre todo, en la segunda mitad, cuando apareció Iago Aspas, pero que chocó contra el rigor táctico defensivo del conjunto vitoriano.

La carta de presentación de los dos equipos fue clara en el primer tiempo: mucho orden táctico. Ninguno asumió riesgos en ataque. No fue el Celta -como le gustaría a Berizzo- un equipo valiente, agresivo en la presión y descarado en ataque. Chocó contra el Alavés, bien colocado, seguro, magistral en su repliegue, cómodo en ese escenario.

Sin poder inquietar al conjunto vitoriano, sin conexión entre el centro del campo y Aspas, el Celta fue perdiendo la posesión de la pelota. No inquietó a Pacheco. Solo se aproximó al área visitante con un par de centros sin rematador. Poco peligro en la primera mitad.

El Celta mejoró en la segunda parte, aunque el Alavés asustó a Balaídos con un envenenado centro de Theo para Manu García (minuto 54). Solo fue un aviso porque a partir de ese momento el Celta se sacudió sus miedos para ser fiel a su estilo habitual.

El Alavés aguantó el empuje local. El ritmo del partido bajó. Y el choque volvió a abrirse. El equipo vitoriano se refugió en su firmeza defensiva y en algún contragolpe, como el que desaprovechó Edgar (minuto 77), que pudo ser letal para los celestes; el Celta rozó la victoria con una falta lateral que finalizó Tucu Hernández con un tiro al poste (minuto 87).