"¡Tongo, tongo!", gritaba el pabellón Amaya Valdemoro de Alcobendas, donde se juega la Copa del Rey. Y es que hay fantasmas que se empeñan en visitar al Liceo cuando juega contra el Barcelona. Nunca se van. Siempre están ahí y contra ellos es imposible hacer nada. O más. Porque los coruñeses no pudieron hacer más o jugar mejor para ganar ayer a un equipo sobre el papel muy superior. Lo pusieron contra las cuerdas, lo tuvieron en la lona y solo les faltó rematarlo. La igualdad hace que pequeños detalles marquen la diferencia. Y, de nuevo, como en enero en el Palau con la rara expulsión de MaliánPalau Malián, estos fueron ajenos a la voluntad liceísta. En la tanda de penaltis, Barroso falló el primer tiro y Coy anotó el primer intento del Liceo, lo que le daba ventaja y superioridad anímica. Pero cuando ya celebraba, los árbitros le mandaron repetir. A la segunda, falló. Después, ninguno de sus compañeros (Pérez, Torres y Carballeira) fue capaz de anotar. Panadero y Bargalló, sí. Los árbitros no marcan ni paran, pero a veces desequilibran. Al final, la efectividad azulgrana fue decisiva y les llevó a la final. El Liceo se quedó a las puertas, jugando bien, pero también con su talón de Aquiles de siempre: la bola parada.

Antes de llegar a la lotería de los penaltis, el Liceo había maniatado al Barça en diversas fases de un partido muy táctico, duro, intenso y con dominio de las defensas y los porteros, sobre todo en la primera parte. Los verdiblancos salieron a aguantar el chaparrón, teniendo claro que era vital que el rival no se escapara en el marcador. Para eso no había que hacer ni una sola concesión. Movieron la bola, con calma, buscando con paciencia la oportunidad, sin precipitaciones. La presión azulgrana era enorme. Ocasiones hubo en los dos lados y a bola parada. Malián paró dos penaltis y una directa. Fernández, uno y una. Y 0-0 al descanso.

Fue Toni Pérez el que desató las hostilidades en el inicio del segundo tiempo. Y el Liceo se vino arriba. Un palo de Coy, un jugadón de Carballeira, otra que casi enchufa Coy en el segundo palo... las ocasiones se sucedían y cuando mejor estaban los verdiblancos, un disparo de Matías Pascual, con Malián tapado por Panadero, fue el 1-1 y para más golpe, el 1-2 de Álvarez de falta directa justo después de que Toni Pérez no acertara la suya. Se mascó la tragedia. Lucas casi marca el tercero. Lo evitó el palo. Para solucionar la situación apareció el mejor jugador verdiblanco de la temporada, César Carballeira. Con el 2-2, el partido fue un continuo toma y daca ya hasta el pitido final, incluida la prórroga, donde la ocasión más clara la tuvo Toni Pérez con un penalti y su rechace, en el que tiró demasiado cruzado para superar por alto a Fernández. Nueva decepción, pero con la cabeza muy alta.