El Leicester City despertó ayer en el King Power Stadium a un errático e irreconocible Sevilla de su sueño europeo (2-0) y lo apeó sin miramientos de la Liga de Campeones en octavos de final.

El conjunto entrenado por Jorge Sampaoli, que llegaba con una ventaja de 2-1 de la ida, afrontaba el reto, tras dos tropiezos en el campeonato doméstico, ante Alavés (1-1) y Leganés (1-1), de salir del bache de juego, recuperar la intensidad y sellar su pase a cuartos por primera vez desde 1958.

Con las eliminaciones en octavos de 2008 (Fenerbahce) y 2010 (CSKA de Moscú) todavía en la memoria, el Sevilla sabía que la clasificación pasaba por controlar las embestidas de Vardy y la seguridad atrás, ante un Leicester que cada vez se asemeja más al del curso pasado. Craig Shakespeare, dos días después de ser confirmado como entrenador hasta final de temporada, apostó por el once que tan buenos réditos le dio en los dos partidos que dirigió tras la marcha de Ranieri, ante Liverpool (3-1) y Hull (3-1).

Después de una serie de aproximaciones tímidas y sin demasiado peligro del equipo español, con un disparo de Nasri que atrapó Schmeichel y una falta de Rami que se marchó alta, fue el Leicester el que golpeó primero.

Los de Shakespeare tenían maniatado al Sevilla, errático y nervioso. Nasri, el jugador llamado a guiar a su equipo a cuartos, era la personificación de este Sevilla irregular, sin peso en el partido y nervioso. Una patada sin balón a Ndidi en el centro del campo le valió una tarjeta amarilla que a la postre resultó crucial.

Del enésimo error de la zaga sevillista llegó el primer tanto de los Foxes, obra de Morgan. Mahrez colgó al segundo palo una falta desde la frontal y el central jamaicano empujó con la rodilla izquierda el balón a la red .

Reaccionaron bien los de Sampaoli, que se fueron a por el empate, aunque sin mordiente arriba. El Leicester se replegó atrás y buscó la velocidad de Vardy. Los de casa estaban cada vez más cómodos y eso se notaba. Castigaron de nuevo en el minuto 54. Tras un fallo defensivo. Rami despejó el balón al punto de penalti, como nunca ha de hacer un defensa, y, muy atento, Albrighton lo recogió para batir con la zurda a un Rico ya vencido.

El encuentro se le puso todavía más cuesta arriba al equipo español poco después, cuando Nasri culminó su tarde 'gloriosa' tras sucumbir ante las triquiñuelas de Vardy y se autoexpulsó al dar un ligero golpe con la cabeza al delantero inglés.

El Sevilla tuvo una ocasión inmejorable para entrar en el partido y forzar la prórroga. N'Zonzi fue el valiente que se atrevió a tirar un penalti que detuvo Schmeichel.