"Yo no quería ser portera", relata Katy Guscin, "pero en el equipo en el que empecé nadie quería serlo y nos íbamos turnando. Perdíamos todos los partidos y yo un día me dije que cuando marcara mi primero gol como jugadora, que me quedaba de portera para siempre". Y así empezó su historia, que pasaría después por varias etapas en las que ya se perfilaba como una de las porteras del futuro hasta que llegó al Liceo a un proyecto con visos de OK Liga femenina y que este año cumple con su sueño. No sin que le quedara una espina: "La verdad es que me hubiese gustado ser jugadora, pero lo haré cuando esto del hockey sea algo de relax".

Bajo los palos tampoco le va mal. Pero aún tiene que mejorar. "Buf... muchas cosas... pero sobre todo hacerle más caso a mis entrenadores. Es que soy un poco rebelde y voy a mi bola", reconoce a la par que dice que tanto Stanis como Toni son los que más confianza le han dado hasta el momento, con la ayuda eventual del portero liceísta Xavi Malián: "Me encanta como portero y como profesor".