Albert Park, en Melbourne, abre este fin de semana una nueve temporada del Mundial de Fórmula 1; una campaña que se presenta con importantes novedades en la mecánica y en el diseño de los monoplazas -más rápidos, más ruidosos y más grandes- pero que, por lo visto e intuido en las dos semanas de entrenamientos celebrados por todas las escuderías en el circuito barcelonés de Montmeló, no van a traer cambios en el orden jerárquico de la parrilla. Es decir, arriba seguirá Mercedes, con los Ferrari amenazando su dominio tras una espectacular pretemporada, y perdidos en la zona gris otro año más los McLaren-Honda de Fernando Alonso y de su nuevo compañero, el belga Stoffel Vandoorne.

Y es que a la vista de lo sucedido en Montmeló -lo que, por supuesto, hay que poner en cuarentena dado su valor relativo- los cambios en el McLaren-Honda se han traducido en meros detalles estéticos, de maquillaje: un nuevo nombre para el chasis (MCL32) y un dominante color naranja que hace un guiño al pasado.

Pero en lo importante se mantienen los problemas. Es decir, el coche no corre. Los datos, como el algodón, no engañan: McLaren fue la escudería que menos vueltas pudo completar en los test de pretemporada (un total de 402, por las 1.092 de Ferrari o las 989 de Mercedes) y la mejor vuelta marcada por el binomio Alonso-Vandoorne (1:21.348) sólo superó la mejor marcada por Sauber (Ericsson, con 1:21.824).

El mejor crono de la pretemporada lo estableció Kimi Raikkonen con el Ferrari en 1:18.634, nuevo récord del circuito... y ¡casi cuatro segundos por debajo del McLaren!

Fernando Alonso, que cumple su decimosexta temporada en el circo, cantó alto y claro los viejos problemas del nuevo monoplaza: no pierde con respecto a sus rivales en curva, pero sí lo hace, y mucho, en recta. Es decir, la aerodinámica, el trabajo realizado en la sede de McLaren en Woking, ha resultado positivo, pero el propulsor Honda es muy deficitario respecto al resto. Mucho han de cambiar las cosas para que en 2017 veamos al McLaren-Honda cerca del podio. Pero hay que insistir: son las impresiones dejadas por los test de pretemporada. El Gran Premio de Australia ya abrirá la puerta a la realidad.

Así las cosas, al frente de los favoritos hay que situar un año más a Lewis Hamilton y a su flecha de plata. El británico busca una cuarta corona que la pasada campaña le arrebató su entonces compañero de equipo y hoy retirado Nico Rosberg. La pelea entre ambos fue lo único que puso sal a un soso campeonato convertido en una pelea monomarca.

Las principales alternativas vuelven a ser Red Bull y Ferrari. Especialmente fuerte se ha mostrado en pretemporada la Scuderia, cuya sequía de títulos dura ya una década. "Creo que en Ferrari son mucho más rápidos de lo que están mostrando", avisó Hamilton durante el test en Barcelona.

Entre el resto de la parrilla se extienden muchas incógnitas. Quizá los interrogantes que abren los nuevos monoplazas expliquen que los equipos hayan optado por la experiencia y tan solo haya un piloto debutante: el canadiense Lance Stroll, de 18 años, quien tendrá como compañero en Williams a un piloto que casi le doble en edad: Felipe Massa, que tiene 35 años.

El Mundial, además, ya no tendrá a Bernie Ecclestone al frente sino a Ross Brawn, un tipo para el que el circo no tiene secretos: en el año 2009 aprovechó lo que dejó Honda en el garaje tras anunciar su salida de la Fórmula 1 para montar una escudería (Brawn GP) con la que Jenson Button ganó el campeonato.