Si algo me gusta de pasarme por las pistas es hablar con el público. No voy solo a los partidos de OK Liga. Es más, ya casi he dejado de ir. Me gusta más cuando las canchas son pequeñas, cuando te juntas en las gradas y mantienes charlas que enriquecen. Porque al fin y al cabo solo soy una recién llegada a este pequeño mundo, pero tan enrevesado, del hockey sobre patines, y no hago más que aprender. El Campeonato de España júnior en Monte Alto suponía una de estas oportunidades. Porque además sabes que todos van a estar allí. Si algo tiene la gente del patín es esa fidelidad. Cómo se llenó el pabellón. Se quedó pequeño. Ambientazo. Pena que no hubiese por allí ningún patrocinador. El hockey sobre patines sigue teniendo tirón.

Personalmente, yo tuve un regalo extra. No sé su nombre. Solo sé que tiene 80 años. Que iba a coger el bus, vio el cartel del Campeonato de España y no se lo pensó más, se subió y desde Cuatro Caminos se plantó en Monte Alto para pasar el día. "Voy a avisar a mi mujer de que tiene que comprar ella el pan", me dijo. Eso entre otras muchas cosas. Pero sobre todo, presumía de nieto. El abuelo había sido entrenador de porteros en su tiempo así que encontrar un heredero en su nieto (después investigando supe que era Cholo, del Carballo y ex del Liceo) le llenaba de orgullo. Contaba batallitas. "Cuando estaba Caramés... eso sí que era otra cosa". Preguntaba por todo. Que dónde estaba uno, que si seguía el otro. Se quejaba de que no hubiera unas hojas en la entrada con información de los partidos. Le gritaba a los jugadores que le cubrieran el palo al portero. "¡Que lo tienen quemado!", exclamaba. Y con buena vista. "Los que mejor patinan son los del Manlleu". Sabía quién iba a ganar antes de que se disputara la final que, por cierto, se perdió para celebrar con su mujer el día de la madre. Cómo disfrutó.

Hasta tuvo un inesperado reencuentro. Alguien con todavía más canas que él. Porque esa mañana a Monte Alto también se acercó otro histórico. Fernando Galmán. El señor Galmán. El mecánico del Liceo durante más de treinta años, idolatrado por todas las personas que han pasado por el club. Vaya privilegio. Verlos uno al lado del otro, de pie, callados, siguiendo el juego me hacía sentir algo especial. Juntos suman casi más años que los diez que estaban en ese momento sobre la pista. Cuánto hockey han visto esos ojos. Testigos de otra época. Y no han perdido la pasión. Cuánto que aprender. Me permití el lujo de, a hurtadillas, sacarles una foto. Lo siento pero me la quedo para mí. A partir de ahora será uno de mis tesoros. Mis personajes entrañables de las pistas.